Paysandú, Jueves 15 de Noviembre de 2012
Opinion | 13 Nov De acuerdo a los resultados de la encuesta Productividad y Formación de Recursos Humanos que presentara recientemente el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que tomó en cuenta aportes de más de 800 empresas del país entre 2009 y 2011, el déficit de capital humano que presenta Uruguay para afrontar una creciente demanda de personal calificado pone en riesgo la continuidad del crecimiento económico del país,
Otro aspecto que surge de este estudio indica que la productividad en Uruguay, que “es motor del crecimiento”, está “estancada y persiste el reto” de crecimiento económico con “empleo de calidad”.
Esta encuesta, que es divulgada a través de El Observador, sostiene además que se proyecta una demanda de fuerza laboral firme a futuro porque el 51,4 por ciento de las empresas previó contratar más trabajadores, en tanto el 29,7 estima que mantendrá su plantilla y solamente 7,3 por ciento dijo que caerá.
También señala que en los dos años comprendidos por el estudio el 23 por ciento de las grandes empresas del país no logró cubrir las necesidades de personal y en particular la industria manufacturera fue la que registró el mayor déficit, con un 25 por ciento, en tanto las pequeñas y medianas empresas, que exigen menores niveles de formación, dijeron que no lograron cubrir sus necesidades en 13,5 y 16,8 por ciento, respectivamente.
Los oficios donde las empresas no lograron cubrir sus requerimientos fueron fundamentalmente operadores y montadores, oficiales, operarios, artesanos, profesionales y técnicos, lo que llevó a que la contratación de trabajadores no calificados en dos años alcanzara al 57 por ciento frente a 30 por ciento del personal calificado.
Pero a esta “africanización” de la fuerza laboral y las empresas, que al igual que en el continente negro la mano de obra calificada escasea y son muy pocos los trabajadores capacitados o aptos para algo más que la función de peón, se agrega otro elemento que refiere a los valores en juego, por cuanto los empresarios se quejan de serias fallas en las denominadas “habilidades blandas”, que son el ABC de todo empleo: no faltar, cumplir con los horarios y mostrar disposición para aprender y encajar en el ambiente laboral. Ello se debe fundamentalmente a que las nuevas generaciones, contrariamente a lo que era común para sus padres y abuelos, consideran que el trabajo que cumplen es temporal, y que están en condiciones, por sus méritos, de dejar el empleo para acceder a otro mejor y así sucesivamente.
Ello da la pauta de que hoy se cultivan otros valores por los jóvenes, uno de los cuales es además de déficit en formación como regla general, una disposición a evadir reglas elementales a cumplir en cualquier puesto laboral, y precisamente este ha sido el elemento manejado por los empresarios como la causa fundamental de despido o renuncias en las empresas relevadas.
De acuerdo al BID, las habilidades blandas son la mayoría de las veces los principales obstáculos para las empresas, ya que se resisten a invertir en formación ante el riesgo que implica que el trabajador abandone la firma.
En cambio, sí están dispuestas a capacitar a personal para tareas específicas en su emprendimiento. Precisamente dentro de las razones que llevan al despido de un trabajador, el 45 por ciento de los empresarios explicó que se da por una baja productividad o mal desempeño y 27 por ciento por problemas de conducta.
Por cierto que el hecho de que haya serios problemas con las “habilidades blandas”, por un lado, y con la capacitación para mano de obra calificada no es dato auspicioso para las empresas ni tampoco para los trabajadores y mucho menos para el país, porque pone de relieve carencias en aspectos que hacen directamente a la eficiencia, a la productividad y consecuente competitividad de la empresas, además de referir a las posibilidades de aspirar a mejores ingresos y ascensos por los trabajadores.
Y sobre todo, conlleva un lastre significativo para estar en condiciones de dar el salto de calidad que necesita el Uruguay, para no solo poner el acento en la exportación de commodities, sino también dotar de valor agregado a la producción, para reciclar riqueza, aprovechar el capital humano dentro de fronteras e incorporar tecnología e inversión en áreas por fuera de los sectores primarios.
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