Paysandú, Jueves 15 de Noviembre de 2012
Opinion | 14 Nov La celebración del 114° aniversario de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), el lunes, se ha dado en un contexto de incertidumbre para el sector, con visiones que difieren entre los empresarios y el gobierno, por cuanto mientras los industriales dan cuenta de un escenario de persistente deterioro de la capacidad productiva y de la posibilidad de responder a los desafíos del escenario internacional e incluso interno, el Poder Ejecutivo considera que lejos de deteriorarse, se abre un panorama promisorio a partir de una mayor complementariedad con el Brasil.
Para los integrantes de la Cámara de Industrias existe un retroceso para las condiciones productivas locales, que se traducen en un crecimiento casi nulo de la producción, en un contexto comercial con Argentina que parece no tener solución, que es más grave para algunas empresas, y la pérdida de competitividad de varios rubros exportadores, con un estancamiento que se ha traducido con un crecimiento de apenas un 0,1% en setiembre último.
La disconformidad de los empresarios fue expuesta por el presidente de la gremial, Washington Burghi, quien pronunció un duro discurso que exhibió disconformidades malestar de los empresarios con el manejo de determinados aspectos de la política económica, como es el caso de la estrategia de acercamiento político y comercial con Brasil.
Para el empresario, el sector no recibe la atención que requiere, y dijo que “necesitamos que todo el gobierno crea en la industria como aporte fundamental para generar valor agregado. No hay país ni desarrollo sin industria. Los planteos deben estar acordes con la realidad nacional”.
Entre los temas que consideró como de mayor preocupación para el sector mencionó la inflación persistente, la relación del tipo de cambio y los déficit en la educación y la infraestructura, que hacen que los costos para la industria sean mayores, es decir una serie de aspectos que no pueden ser desconocidos por nadie que tenga más o menos una idea del escenario que se vive en nuestro país, pero que sin embargo se mantienen vigentes porque las respuestas no se han dado y peor aún, hay áreas en las que los problemas se han acentuado.
Burghi fue crítico y escéptico respecto a la premisa del presidente Mujica de “subirse al estribo de Brasil”, y consideró que hay un excesivo grado de ilusión y falta una propuesta gubernamental concreta ante asimetrías de los países de la región. Evaluó que “el anuncio de que estaremos en un mercado de 200 millones de personas nos parece apresurado. Los países no se relacionan por sus amistades sino por sus intereses”.
La situación de la industria no escapa a la del empresariado en general, aún la del comercio que depende en buena medida de artículos de importación, por cuanto salvo en el caso de los productos primarios que Uruguay exporta sin valor agregado y para los que el país tiene condiciones ventajosas para producir, en todas las demás áreas se hace frente a costos exacerbados que erosionan sistemáticamente la rentabilidad, por un costo país signado fundamentalmente por los reajustes salariales y niveles de remuneración que han crecido sustancialmente medidos en dólares, así como una inflación interna en esta moneda. A ello se suma la carga del Estado, que con sus servicios monopólicos aplica tarifas públicas por encima de las de los otros países de la región y también en el contexto internacional, a lo que agrega una carga impositiva significativa.
Asimismo, no deben perderse de vista los problemas específicos que se agregan a quienes trabajan para la exportación, afectados por un tipo de cambio que desestimula las exportaciones cuando se traducen los dólares a pesos, aún en el caso de las agroindustrias que trabajan con materia prima de origen nacional.
En realidad, los esquemas vigentes están fundados en un soporte productivo de rubros primarios, pero muy lejos de alentarse la incorporación de valor agregado, lo que explica la delicada situación de la industria, que más allá de problemas puntuales propios de cada sector, como regla general atraviesa serias dificultades por problemas de escala, de costos salariales, de insumos y de infraestructura que no se han generado ahora, pero para los que no se han ensayado todavía respuestas acordes al desafío que entrañan.
Y la industria no solo significa fuentes de trabajo con empleos de calidad, sino que es receptora y formadora de mano de obra calificada, de tecnología, de investigación, de inversión, de reciclaje de recursos en infraestructura. Es decir de un tramado socioeconómico que hace la diferencia entre el estancamiento y el desarrollo, por lo que el gobierno haría muy bien en poner oídos atentos a los reclamos del sector y sobre todo atenderlos, porque satisfacer estos planteos forma parte de la sustentabilidad que necesita el país para crecer sobre bases reales, en lugar de seguir dependiendo de “estribos” y de la buena voluntad de los vecinos, que son anuncios que rara vez se hacen realidad.
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