Opinion | 17 Nov Indudablemente que un esquema productivo basado en las exportaciones de productos primarios, como es el caso de Uruguay, es muy dependiente de los avatares de la logística, que es el poner la producción en los lugares de destino en el menor tiempo posible y también a un costo que permita mantener márgenes adecuados de rentabilidad, sin por ello perder la competitividad.
Este aspecto es particularmente crítico en las materias primas, que tienen por regla general gran volumen y bajo valor relativo, caso de los granos y la madera, y por lo tanto en la cadena logística el transporte juega un papel fundamental.
No puede extrañar en este contexto que recientemente gremiales agropecuarias se hayan quejado ante el Ministerio de Transporte y Obras Públicas de lo que consideran alto costo de los fletes para el acarreo de su producción hacia los puntos de salida, es decir los lugares de acopio y los puertos, que atenta contra la rentabilidad, en comparación con Argentina y Brasil.
Ocurre que estamos en un país en el que prácticamente el ferrocarril no existe, y el uso del transporte fluvial es muy relativo (ambas son las modalidades más baratas de transporte), por lo que el transporte se realiza prácticamente en un noventa por ciento por carretera.
Estas quejas causaron impacto en la Intergremial de Transporte del Uruguay, cuyos dirigentes dieron a conocer un informe que indica que si bien el combustible en Uruguay es 61% más caro que en Argentina y Brasil, el precio del flete “es ligeramente mayor en Uruguay, del orden del 13,91%”, según manifestó a El País el gerente de la institución, Humberto Perrone.
El representante de la gremial indicó además que esos resultados “reflejan que los transportistas uruguayos están trabajando con una rentabilidad menor a la de Brasil y Argentina”.
El estudio de la gremial de transporte señala que en Argentina el precio del gasoil promedialmente tiene un costo asociado de 1,111 dólares por cada litro. Brasil, en tanto, promedia 1,070 por litro y Uruguay se ubica por encima de ambos con 1,689 dólares.
Quiere decir que tanto nuestros productores como los transportistas sufren las consecuencias de las asimetrías de la región, porque tenemos a dos vecinos productores de petróleo que además protegen su producción y no aplican en lo interno los precios internacionales del petróleo, a la vez que el Uruguay sigue aplicando fuertes impuestos a los combustibles para obtener recursos a efectos de financiar el costoso Estado.