Paysandú, Miércoles 21 de Noviembre de 2012
Opinion | 21 Nov Un análisis de los economistas Horacio Bafico y Gustavo Michelin para el suplemento Economía y Mercado del diario El País indica que la industria de nuestro país está presentando en los últimos años una tendencia persistente al abaratamiento de costos y aumento de escala mediante una tecnificación que tiende a priorizar la inversión en bienes de capital, ante el encarecimiento de la mano de obra en dólares.
Señalan además los economistas que el crecimiento de la industria se va enlenteciendo en la medida que se comienza a sentir la realidad de la falta de demanda por la crisis global y la pérdida de capacidad de competencia por el aumento de nuestros costos en dólares. De la evaluación surge que la crisis mundial que se disparó a raíz de los problemas en Europa el año pasado no pegó de golpe en la producción industrial uruguaya tal como lo había hecho la crisis de 2008, sino que el impacto va llegando en cámara lenta y en forma selectiva sobre algunos sectores al tiempo que se mantienen condiciones de crecimiento excepcional en otras actividades.
No es un secreto para nadie que en un mundo globalizado e interrelacionado no hay situación que se dé, sobre todo en las grandes economías, que de una u otra forma no termine afectando a los países más pequeños y vulnerables, y ello es así tanto cuando se dan escenarios positivos como negativos. Pero de acuerdo al estudio, es muy probable que el presente escenario se siga repitiendo en el próximo año y eso se refleja con claridad en las pobres expectativas que tienen en la actualidad los empresarios uruguayos.
Y producto de la coyuntura en gran medida, pero también reflejando la tendencia de los últimos daños a nivel estructural, se observa que está ocurriendo un cambio en la producción industrial uruguaya, según aprecian Bafico y Michelin, coincidiendo con otros analistas, al evaluar que en resumidas cuentas está predominando la sustitución del trabajo humano por el de las máquinas, con más inversión de capital y menos horas de trabajo por unidad producida.
No se trata por supuesto de una moda que gana terreno en el empresariado y quienes aportan capitales de riesgo, sino que el cambio refleja la respuesta que se adopta ante las condiciones de demanda y los costos relativos de los factores de producción.
Consideran los economistas que por el lado de la demanda, la apertura de la economía lleva a la necesidad de escala y niveles de precios bajos que se logran solamente con cadenas de producción más intensivas en capital, y en este contexto los precios de los bienes de capital importados bajaron sensiblemente en relación al precio de la hora de trabajo, es decir el costo de la mano de obra. Y si bien el promedio del volumen físico de producción de la industria manufacturera en los doce meses terminados en setiembre registra un aumento moderado del 2,5%, es auspicioso respecto a lo acontecido en la región, desde que en Argentina se registra en el año terminado en setiembre 2012 una caída del 0,1% en relación al mismo período del año anterior y en Brasil el índice de producción industrial registra una contracción del 3%.
Igualmente, Uruguay es altamente dependiente de los avatares en la región, y nos encontramos conque cuando las industrias en Argentina y Brasil tienen problemas para crecer, tiene lugar un contagio para nuestras empresas pues muchas de ellas dependen de los mercados regionales.
Los últimos relevamientos sobre expectativas empresariales indican que como reflejo del escenario internacional, tanto regional como mundial y también por factores internos, la visión de los empresarios uruguayos está cambiando, con un aumento de la visión pesimista.
Una encuesta que realiza la Cámara de Industrias del Uruguay indica que ha descendido el optimismo sobre la evolución de la economía, aunque todavía está por encima de la visión de finales de 2008 y comienzos de 2009.
Nos encontramos ahora ante un deterioro gradual de las expectativas.
Estas reflejan sobre todo que las condiciones han cambiado debido a la fuerte caída que tuvo el tipo de cambio y el agravamiento de las medidas proteccionistas adoptadas por nuestros vecinos. Debe tenerse presente que el 80% del crecimiento se explica por industrias del sector productor de alimentos y bebidas.
Se infiere de estos datos, a grandes rasgos, que los empresarios que están en condiciones de hacerlo se están pasando a la inversión en maquinaria y otros bienes de capital apuntando al abaratamiento de costos por mayor producción en base a menos horas - hombre.
Esto es positivo desde el punto de vista de las empresas pero negativo para la demanda de mano de obra en sectores que precisamente se caracterizan por una mejor calidad de trabajo, y ello hace que los niveles de empleo se mantengan en áreas en las que se requiere menos calificación y valor agregado. Pero también existe un factor de peso para pensar en máquinas sustituyendo a trabajadores, y es la “paz laboral”. Esto es: cuanto menos gente, menos problemas sindicales, menos exigencias y menos dolores de cabeza para el empresario, algo que como reza el eslogan de una famosa tarjeta de créditos, en estos tiempos “no tiene precio”.
Es que la realidad puede más que toda especulación, y el dilema entre subsistir o desaparecer, no deja lugar para opciones.
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