Opinion | 30 Nov Días pasados estuvo en Paysandú el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, quien llegó con la expresa intención de mantener una reunión con la Comisión de Amigos del Aeropuerto. Durante ese encuentro, el secretario de Estado aseguró que una posibilidad para que el aeropuerto local mantenga su carácter de internacional y agregue el de binacional, es apostar a la unión del esfuerzo privado con el público, en la medida que no está entre el grupo de ocho que el gobierno, a través del ministerio y de la Dinacia, han seleccionado para establecer la red de aeropuertos internacionales.
Eso quedó bien claro en el encuentro y definió el camino a seguir por Paysandú si quiere mantener su aeropuerto internacional y además quiere sumarse a las muy pocas experiencias en el mundo sobre aeropuerto binacional.
Tras la reunión, en la que todos los asistentes se mostraron preocupados por la situación, pero al mismo tiempo agradecieron la sinceridad del ministro, nada se ha avanzado. Puede decirse, y con razón, que han pasado escasos días. También que estamos ingresando a diciembre, el mes en que Uruguay comienza sus vacaciones como país, aprovechando el Sol y el calorcito.
Todo eso puede ser cierto, pero también lo es que las negociaciones por el aeropuerto internacional no pueden demorarse en la medida que se trata de decisiones complejas, que necesitan de estudios técnicos y de tiempo.
No hay que engañarse, no será sencillo encontrar un privado interesado en invertir en un aeropuerto que tiene más futuro que presente, en la medida que se concrete la binacionalidad. Hay obras de estructura por hacer también, aunque no tantas como se pensaba al principio en la medida que se puede controlar virtualmente desde otro aeropuerto de mayor tamaño, caso del de Carrasco.
Pero también el presupuesto del que se habla (unos dos millones de dólares) es de escasa entidad en una terminal aeroportuaria. Eso es precisamente lo que nos permite avizorar con confianza y optimismo el futuro del aeropuerto internacional. Pero hay que saber vender la idea y la propuesta. La Comisión de Amigos del Aeropuerto tiene ahora que poner manos a la obra para comenzar a interesar a privados en la cogestión con la Intendencia y con el propio gobierno a través del Ministerio de Defensa Nacional.
No van a venir volando solos, hay que guiar su vuelo. El momento es ahora, tras tener el “puede despegar” de Defensa Nacional. Hay que trabajar, pero el objetivo si que vale la pena.