Paysandú, Miércoles 05 de Diciembre de 2012
Opinion | 04 Dic En una época en que los problemas y conflictos ambientales ganan espacio en los medios y la sensibilidad pública, hay uno que es muy poco visible aunque sus consecuencias ambientales son importantes en nuestro campo: la erosión.
En la mayoría de los casos es posible tomar decisiones que tengan en cuenta la sustentabilidad del recurso aunque no siempre las prácticas de laboreo de suelos agrícolas los tienen en cuenta.
La protección del suelo contra la erosión está determinada fundamentalmente por las características de la cobertura del mismo por vegetación. En nuestro país predomina la erosión hídrica provocada por la lluvia. Esto ocurre por escurrimiento del exceso de agua no infiltrada en el suelo.
En consecuencia, la práctica de sistema de laboreos que destruyen o reducen marcadamente su cobertura son muy nocivos y provocan erosión. Según los especialistas y la información experimental uruguaya, no existe ningún sistema de uso y manejo de suelos tan conservacionista como la rotación de cultivos y pasturas con siembra directa. A tales efectos, deben permanecer empastadas las zonas de desagüe natural de las laderas y no eliminar esa cobertura vegetal con herbicidas o ser afectadas también a cultivos.
Por otra parte, los pastizales de Uruguay son uno de los principales centros de diversidad mundial de la familia de las gramíneas, con alrededor de 400 tipos diferentes de pastos que crecen naturalmente.
Según el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), para que los pastizales puedan continuar brindando los valiosos bienes y servicios que el ser humano requiere, es preciso que el manejo de las praderas en todo el bioma —tanto dentro como fuera de áreas protegidas— esté guiado por un conjunto de buenas prácticas orientadas a la conservación y el mantenimiento de la diversidad biológica.
Con la finalidad de aportar en ese sentido, acaba de ser publicada una “Guía de buenas prácticas ganaderas para el manejo y conservación de pastizales naturales en áreas protegidas para las Quebradas del Norte”, editada por el SNAP, en la que se explica y promueve el uso responsable de las pasturas.
Sus orientaciones son útiles también para la producción ganadera y la conservación de la biodiversidad en otras áreas y deberían ser tenidas en cuenta en un escenario en que la erosión perjudica notoriamente a nuestros suelos, aunque sea un impacto ambiental que muchas veces pasa de sapercibido.
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