Paysandú, Lunes 10 de Diciembre de 2012
Opinion | 07 Dic El abrupto cese dispuesto por el Poder Ejecutivo del integrante de la CARP (Comisión Administradora del Río de la Plata) por el Partido Nacional, Dr. Luis Gabito Zoboli, por la difusión a través del matutino El Observador de un informe crítico sobre la posición uruguaya en la negociación por el dragado del canal Martín García, pone de relieve una vez más la fragilidad manifiesta de nuestro país en la relación bilateral con la Argentina, en la que no se obtienen resultados por ninguna vía, es decir ni por “defensa de principios” como sostenía en su postura el ex presidente Tabaré Vázquez, ni por el “pragmatismo” que exhibe el gobierno que encabeza José Mujica.
Es que desde este lado del río, con el canciller Luis Almagro a la cabeza, se sigue insistiendo en no “molestar” o despertar la reacción de la contraparte de la Administración Kirchner, midiendo cuidadosamente las palabras y las acciones. Esta postura podría ser explicable y hasta compartible, llegado el caso, si se tratara de una cuestión de sentido común o de apegarse invariablemente al derecho, pero en realidad lo que ocurre del otro lado del río es tan enigmático e incongruente que lo que menos lo saben son los propios jerarcas de gobierno del vecino país.
En este caso el fusible fue el representante nacionalista, quien envió un informe crítico al Directorio de su partido, señalando las incongruencias de la posición uruguaya ante los tejes y manejes de Buenos Aires en la comisión, donde ya se procesó un affaire de intento de coima al ex representante de nuestro país en el órgano binacional por su contraparte argentina, e incluso ha sido procesado un alto jerarca del vecino país en ese ámbito, pero sin que siquiera haya sido relevado del cargo por la Administración Kirchner. En este escenario, donde todo vale y se manejan las cosas en base a fundamentos que de este lado del río no terminan de sorprendernos, pese a los antecedentes, la postura uruguaya aparece como errática pero siempre contemplativa, aunque con escaso margen de maniobra. De la misma forma en que actúan en el Mercosur, en la relación bilateral nuestros hermanos están en la tesitura de que somos una provincia más y no aceptan que seamos un país independiente.
El punto es que a partir de la publicación del documento de Gabito elevado a su partido por el diario capitalino, hubo un estallido de cólera en la Cancillería, que cesó inmediatamente al representante de la oposición, porque el informe que presentó puede provocar un “nuevo retraso” en la negociación para dragar el canal de Martín García. Sin embargo, el presidente José Mujica aclaró que con la destitución de Gabito “no hay una persecución política”.
Pero en el Poder Ejecutivo temen que el episodio vuelva a trancar el diálogo con el gobierno argentino, como ya ocurrió con la denuncia de intento de coima que involucró al embajador uruguayo Francisco Bustillo y a Riovía, la empresa encargada del dragado del canal.
El canciller Luis Almagro dijo que se fue “condescendiente” con Gabito, la primera vez, cuando se lo amonestó, y que ahora hubo “una violación a una negociación tan sensible como es la del dragado con Argentina”. Pero debe tenerse presente que por más que la Cancillería se esfuerce por interpretarlo como una violación de Gabito, surge prima facie que el ex delegado solo informó a su partido, y que fue desde ese ámbito que se filtró la información a la prensa.
El punto que surge claramente a esta altura es que por más vueltas que se le dé, que se pase de los principios al pragmatismo, a la flexibilidad y se haga la vista gorda ante exabruptos y sermones que vienen desde la otra orilla, la Argentina no tiene ningún apuro y tampoco el menor interés en sacar tan siquiera una palada de sedimento del canal Martín García, porque sus desvelos están puestos en que esté expedito el canal Mitre, que le pertenece, y por el que saca los barcos de ultramar al Río de la Plata y al océano, mientras el canal Martín García solo le interesa al Uruguay.
Es así que no hay “negociación” real por el dragado de Martín García, ni “revelación” como la de Gabito que obstaculice que los contactos lleguen a buen término, sino que desde la otra orilla seguirán buscándose excusas y artilugios rebuscados para seguir pateando la pelota para adelante.
Y ello pasará por más “abrazos” que se den Mujica y Cristina Kirchner, por más renunciamientos y genuflexos que sean de este lado del río con lo que venga de Buenos Aires, porque los intereses están confrontados y en estos casos la amistad proclamada queda de lado ante las presiones de los grupos de poder que quieren mantener las cosas como están.
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