Paysandú, Sábado 15 de Diciembre de 2012
Opinion | 10 Dic Una delegación de alto nivel del Departamento de Defensa de Estados Unidos llegó a Uruguay para estudiar con el Ministerio de Defensa Nacional la posibilidad de actualizar el convenio de cooperación militar de los años 50, firmado en plena posguerra. Al parecer, aunque no se confirmó oficialmente, la delegación estaría encabezada por Frank Mora, vicesecretario adjunto de Defensa para el Hemisferio Occidental, quien visitó Uruguay el año pasado.
La intención, de acuerdo a lo que declaró el viceministro de Defensa Nacional, Jorge Menéndez, es ajustar un texto que permita “acordar las condiciones entre países iguales”, con un proyecto bilateral que esté en línea con los documentos uruguayos firmados con otros países de Latinoamérica y que, a su vez, sea debatido y respaldado por el Parlamento.
No obstante, la realidad es que ambos países no son iguales en este tema. El convenio primario fue firmado en aquellos años en que el horror de la Segunda Guerra Mundial estaba muy fresco en las memorias. Hoy, la situación ha cambiado y se ha acentuado el rol de “policía mundial” de Estados Unidos.
Pero más allá de que no se trata de dos países iguales, es claro que a las dos naciones sirve renovar un convenio de este tipo. Uruguay, por un lado, porque ha comenzado a apartarse de Argentina, un país que ha puesto todas las trabas posibles en exportaciones y turismo especialmente.
El Uruguay que reclamaba a Estados Unidos por las islas Falklands (Malvinas para los argentinos) ahora está dando claros mensajes de que estamos buscando opciones diferentes a la del país hermano. Estados Unidos, por su parte, necesita redimensionar su proyección en el mundo y concretamente en América Latina. El gran país del norte ha reconocido ya que es necesario hacer cambios para el ejercicio de una política exterior más efectiva. En este sentido, ya no basta con la recuperación económica y la demostración de la supremacía militar, sino que para la consolidación hegemónica es necesaria también la preservación de su liderazgo en el orden político, diplomático, ideológico, cultural e informacional.
En ese panorama, el gobierno estadounidense ha debido perfeccionar la proyección político-diplomática, mediante el poder inteligente (smart power) y la diplomacia y el desarrollo como complemento de la defensa (las tres D).
Así las cosas, esta renovación del convenio de cooperación militar les viene como anillo al dedo a ambas naciones. A Uruguay porque le permite demostrarle a Argentina que hay otros caminos que pueden explorarse. Y a Estados Unidos para reacomodar su presencia en el hemisferio.
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