Paysandú, Sábado 15 de Diciembre de 2012
Opinion | 11 Dic El domingo los 194 países reunidos en la Conferencia de Naciones Unidas del Cambio Climático en Doha aprobaron prorrogar hasta 2020 del período de compromiso del Protocolo de Kioto, que vencía este año, en tanto algunas naciones se han desvinculado del acuerdo.
Después de una intensa noche de negociaciones y sensible retraso, los presentes acordaron un nuevo período de compromiso del Protocolo de ocho años, pero sin contar en este acuerdo con el visto bueno de Japón, Rusia, Canadá y Nueva Zelandia, es decir países que también tienen gran parte de responsabilidad en la emisión de gases contaminantes y que son origen del efecto invernadero en la atmósfera, es decir del calentamiento global.
Peor aún, el problema es que los países que se han comprometido a reducir sus emisiones durante el segundo período de vigencia del tratado, con los de la Unión Europea, Australia y Noruega a la cabeza, generan poco más del 15% del total de las emisiones contaminantes del planeta, en tanto Estados Unidos –gran aportante de gases de efecto invernadero-- nunca llegó a ratificar la primera parte del Protocolo de Kioto y tampoco se ha sumado a este segundo período.
El texto aprobado hace referencia al superávit de emisiones del primer período de compromiso de Kioto, de manera que Australia no comprará derechos de emisión arrastrados del citado período de compromiso, y con relación a la Unión Europea (UE), se menciona que en su paquete energía - clima para el cumplimiento de sus objetivos de reducción de emisiones para el período 2013-2020 no está permitido el uso de estos excedentes.
Japón, Liechtenstein, Mónaco, Noruega y Suiza también son mencionadas en este punto y tampoco comerciarán con los excedentes de emisiones, según se anunció en los plenarios de clausura de la Conferencia de las Partes del Protocolo de Kioto (CMP) y la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (COP), después de una reunión informal en la que presidente de la conferencia, Al Atiya, se dirigió a los presentes exhortándoles a “ayudar”.
“El último día ha llegado, me encantaría quedarme con ustedes, pero les ruego que ayuden al presidente y acepten lo que podemos ofrecer”, dijo, y aseguró que hubiera estado dispuesto a “abrir la caja de Pandora y volver al punto de partida”, pero de ser así los presentes tendrían que quedarse en Doha “hasta dentro de tres semanas”.
Naturalmente, las negociaciones de Doha en las que se aspira a reducir la emisión de gases de carbono, son mucho más que la asunción de compromisos con el medio ambiente de forma gratuita, sino que el componente fundamental es el económico, por cuanto el aplicar las medidas que se promueven en este tipo de foros conlleva por un lado afectar grandes inversiones a procesos descontaminantes, en muchos casos más caros que la propia inversión en sí y en otros es hasta prácticamente imposible de lograr con las actuales tecnologías.
Los países desarrollados aspiran por lo tanto a compensar económicamente a los del tercer mundo, como es el caso de los de América Latina, para que lleven adelante inversiones amigables con el medio ambiente, como es el evitar la deforestación y sobre todo apostar a implantaciones masivas de árboles, con lo que se harán acreedores a bonos de carbono que les ayudarán a sus economías y reinvertir en complejos que permitan absorber el exceso de carbono atmosférico.
Es decir que en buena medida el mecanismo radica en contar con recursos del primer mundo para subsidiar que los países subdesarrollados creen una brecha necesaria de descontaminación para que en otras latitudes se pueda seguir estirando la legada del día en que realmente se apliquen las medidas que hoy se soslayan, como ocurre en Estados Unidos y en China.
Estas naciones concurren a foros como el que se ha clausurado el domingo pero aportan poco y nada de compromiso en favor de la cruzada que anima a estas convocatorias, porque no están dispuestos a limitar sus posibilidades de desenvolvimiento económico por “minucias” como preservar el ecosistema y contribuir a evitar que el calentamiento global --aunque hay discrepancias entre los expertos-- termine condicionando la posibilidad de seguir habitando el planeta.
En cambio los países más preocupados por los efectos del calentamiento son las pequeñas islas y archipiélagos del océano Pacífico, desde que los mares seguirían aumentando de nivel por efectos del deshielo y podrían hacer desaparecer territorios actualmente muy habitados.
Pero de lo que se trata es que como nos temíamos, estos foros dejan sabor a poco, porque los compromisos son asumidos solo por quienes producen un 15 por ciento de los gases de efecto invernadero, mientras los grandes contaminantes siguen derrochando energía y recursos del planeta para sustentar un crecimiento económico inviable.
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