Paysandú, Martes 18 de Diciembre de 2012
Opinion | 12 Dic En pocos días, Paysandú y la región, incluyendo el resto del país y parte de Argentina se han visto azotados por fuertes temporales de viento y lluvia, que han cobrado varias vidas y que han dejado cientos de evacuados y pérdidas millonarias.
Lo primero que viene a la cabeza es que el cambio climático es culpable de este desaguisado y que el fenómeno de El Niño (lluvioso en verano, seca en invierno) es culpable de esta urgente necesidad de aprender a nadar, antes que arrastrado por la corriente.
No obstante, no tan sencillo es determinar que todo se debe al cambio climático, porque para hacer esto los especialistas se toman su tiempo (varias décadas) e investigan profundamente. De hecho, temporales hubo siempre, desde los lejanos tiempos de Juan Díaz de Solís, que se refugió en la isla La Coronilla de la tormenta que se desató cuando llegó, aunque luego los habitantes originales lo trataron peor.
Por tanto, si bien es cierto que los fenómenos meteorológicos pueden haber aumentado su intensidad y furia, no todo puede ser resumido en algo tan simple como culpar solo al cambio climático. Por otro lado, el hecho de que la atmósfera a nivel de la superficie terrestre se está calentando cada vez más, por efecto de aumento de gases de invernadero, pueden ocurrir con mayor frecuencia o con mayor intensidad las tormentas.
El cambio climático no es el único factor. Hay otros. Por ejemplo, hay ahora casi una obsesión para hablar del tiempo, hay canales de TV temáticos. La propia televisión muestra con todo detalle los destrozos, las calles anegadas, todo.
Pero, en definitiva, lo más peligroso son las construcciones precarias construidas en lugares fácilmente inundables y --de hecho-- con prohibición de construir. Es la imprudencia de establecerse con construcciones precarias en terrenos peligrosos --incluso hasta en lo que durante un aguacero pasa a ser el cauce de un arroyo--, que repercute luego en las pérdidas materiales durante las tormentas. Hay muchas razones para que los menos pudientes se instalen en esos lugares, aunque la falta de recursos es lo que une a todos. Indudablemente necesitan ayuda, pero debe tenerse en cuenta que a la hora de los temporales, la decisión de construir en zonas inundables puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Asimismo, nuevas obras hechas por las administraciones municipales, alteran los niveles de desagües y hacen que zonas donde antes no había inundaciones ahora sean fuertemente golpeadas. La mano del hombre, en definitiva, está detrás de todo. Del cambio climático, de construir donde no se debe y de modificar las estructuras ya construidas.
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