Paysandú, Martes 18 de Diciembre de 2012
Opinion | 13 Dic Un estudio presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) indica que los estudiantes uruguayos reciben a lo largo del ciclo educativo el 30% menos de horas de clase que las dictadas en los centros de los países desarrollados. Los países de muy alto desarrollo humano dedican 690 horas de clase al año a los estudiantes desde la educación primaria, a la media y a la superior, mientras los de alto desarrollo humano destinan 774 horas en promedio. En Uruguay el promedio de los tres niveles es de 551 horas.
Unicef señala que no existe relación directa entre las horas de clase y el desempeño de los alumnos, pero advierte que “resulta evidente que el tiempo de enseñanza constituye una de las condiciones básicas o elementales para poder desarrollar un proceso educativo adecuado”.
No obstante, esta no sería la única desventaja puesto que otra variable a tener en cuenta es el tamaño de los grupos. Los países con alto desarrollo humano tienen grupos en promedio de 20 alumnos. En las escuelas uruguayas hay alrededor de 27 niños por clase y en los liceos más numerosos hay alrededor de 35 estudiantes por grupo.
Otra es el salario: para un docente que lleva 15 años en el sistema uruguayo es casi la mitad del promedio de países analizados por Unicef. En Uruguay el sueldo de un docente representa el 74% del PBI per cápita, mientras en 28 países alcanza el 132%. En Argentina, Perú y Chile los docentes ganan más.
En definitiva, se trata de elementos cuantitativos que tienen incidencia en lo cualitativo. El tiempo aula es uno de los factores que repercuten en los resultados del aprendizaje pero si además le sumamos la situación de los grupos y el salario docente, evidentemente que es muy difícil llegar a los resultados de otros países con tanta desventaja.
En este sentido señala el estudio que la calidad de un sistema educativo, los resultados que los estudiantes logran, suele estar asociada a la calidad de sus docentes y esta, a su vez, está fuertemente determinada por las condiciones laborales en las que desempeñan su tarea y, en términos más generales, por su desarrollo profesional.
Otra de las implicancias de esta situación es la desvalorización de la carrera docente y las dificultades para que se cuente cada año con la suficiente cantidad de maestros y profesores titulados. Si a todo esto sumamos que el crecimiento económico uruguayo y el aumento de presupuesto a la educación no se ven reflejados en los resultados educativos y que la deserción es una sangría en la Educación Media, es fácil concluir que estamos en problemas. Y lo peor del caso, no se ven perspectivas de solucionarlo.
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