Paysandú, Miércoles 19 de Diciembre de 2012
Opinion | 18 Dic Por cierto que desde hace tiempo desde aquí advertimos sobre una sostenida caída en la competitividad de nuestros productos de exportación, aún de aquellos commodities que mantienen elevados precios en los mercados internacionales, y no solo en el contexto global, sino también en el regional.
Ello indica que los problemas que se suscitan obedecen a factores internos y no tanto a los avatares del escenario mundial, que también influyen, sobre todo en un país pequeño y vulnerable como el nuestro, que tiene ventajas comparativas para producir determinadas materias primas pero a la vez serios cuellos de botella en infraestructura que no han sido abordados con la decisión política y recursos con que deberían haberse afrontado desde un principio --ante la coyuntura favorable-- porque no se han compatibilizado estas necesidades con otras prioridades para los gobiernos de turno.
En las últimas horas el ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, admitió en entrevista con El Observador que la competitividad es uno de los temas que más “preocupa” a su cartera para el próximo año. En ese sentido, anunció que ya se acordó con el Ministerio de Economía mantener a partir del 1º de enero de 2013 el régimen especial de prefinanciación de exportaciones y de devolución de impuestos para aquellas ramas industriales que muestran indicadores negativos de producción como curtiembres, textiles, vestimenta, pesca, entre otros.
El jerarca adelantó además que se sugerirán nuevas medidas en los próximos meses de “corte sectorial” para apoyar a estas industrias en dificultades y otras de tipo “transversal” enfocadas en la tecnología y la calidad.
Igualmente, al evaluar el comportamiento de las industrias en 2012, el secretario de Estado dijo al matutino que “la valoración es positiva respecto al cierre del año y con preocupación por lo que pueda ocurrir en 2013. Desde principios de año preveíamos una expansión de la industria del 3% que se ha mantenido y esperamos que los datos de los últimos dos meses del año confirmen esta cifra. Por otro lado, también destacamos como positivo el nivel de inversión en la industria, que es muy alto. Los proyectos promovidos por la ley de inversiones serán récord y el 60% son industriales”.
Reconoció que “la preocupación que compartimos con el sector privado viene por el lado de la competitividad. El problema de competitividad que se va generando actualmente está influenciado por múltiples variables como las devaluaciones que están haciendo Estados Unidos y Europa. A esto se suma un crecimiento de la economía uruguaya que implica que los costos tiendan a aumentar. Esto sin duda es una preocupación en líneas generales para 2013. Estos incipientes problemas de competitividad aún no se han visto reflejados sobre la exportación. Este año vamos a crecer alrededor de un 10% en monto y 9% en volumen físico. No obstante, hay que precisar que el comportamiento no es homogéneo en todos los sectores. Esto está asociado a los mercados a donde exportan y a su vez cuántos procesos agregados tienen incorporados. Este año aprobamos un paquete de 14 medidas y algunas fueron efectivas pese a que son difíciles de medir en el corto plazo”.
En realidad la visión del jerarca del Poder Ejecutivo peca de excesivo optimismo, si se tiene en cuenta que la problemática de la caída en la competitividad responde a una tendencia sistemática de los últimos años, fundamentalmente en aquellas áreas en las que se requiere mayor valor agregado, como consecuencia del aumento de los salarios en dólares, como así también otros componentes del costo país que se aplica a las empresas. Pero ya en los últimos meses se aprecia una sensible caída de la competitividad en relación con Brasil, país respecto al cual se ha apartado sensiblemente la relación cambiaria, desde que nuestros vecinos siguen devaluando y en Uruguay, en cambio, el dólar ha perdido valor sensiblemente.
Ocurre que el escenario interno es cada vez más complejo en lo que respecta a la inflación y sobre todo en los instrumentos para tratar de contenerla, al punto que ni siquiera ha tenido alguna significación relevante el “toqueteo” del IPC mediante la congelación y rebaja en algunos artículos con las grandes cadenas.
Ante este recrudecimiento en los precios, con un IPC cercano al diez por ciento, es impensable que el gobierno pueda dejar subir el dólar, desde que esta moneda tiene un fuerte arrastre en los precios internos, y todo indica que mientras pueda seguirá sacrificando al sector exportador y al que compite en lo interno con productos similares de importación, para tratar de mantener los precios dentro de determinado rango.
Pero es imposible mantener este esquema por mucho tiempo, ni siquiera por algunos meses más, si no se promueven medidas de carácter general y no solo parcial, como las anunciadas específicamente por el ministro para algunas áreas, la primera de las cuales pasa porque el Estado detraiga menos recursos de los sectores productivos, a los que aplica sobrecostos que se traducen en la pérdida de competitividad.
Es impensable a la vez que pueda satisfacerse con menos recursos si a la vez necesita dinero para sostener el creciente gasto público, por lo que hace rato que debería dejarse de pensar en los “parches” y tratar de hacer sustentable el esquema, haciendo que el Estado deje de gastar lo que no tiene a cuenta de los sectores que crean la riqueza, por lo menos para seguir tirando.
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