Paysandú, Viernes 21 de Diciembre de 2012
Opinion | 19 Dic El anuncio de una Universidad Tecnológica Nacional en el interior del país, realizado por el gobierno, el que expresó apuro en su instalación, --aun cuando nada se ha dicho sobre qué carreras se van a dictar en esa alta casa de estudios--, motivó una rápida reacción de Paysandú, a través del intendente Bertil Bentos, quien reunió a los tres diputados para integrar un grupo de trabajo que estableciera las bases que permitan postular a Paysandú como sede central y de estudios.
El empuje inicial, no obstante, parece haber dado paso a la inacción o al menos a un esfuerzo menos contundente que al comienzo, cuando todas las fuerzas políticas llegaron a un consenso de que no hay otra que trabajar con denuedo para que Paysandú sea sede de la alta casa de estudios del interior del país.
No le faltan a la ciudad y al departamento razones para demandar que la Universidad Tecnológica Nacional esté aquí, a la vera del Uruguay. Más allá que el gran pasado industrial hoy ya no es el mismo, ya no goza de la misma fuerza y vitalidad, si hay aquí una enorme experiencia industrial que se expande por talleres especializados, por empresas que satisfacen diferentes necesidades que tienen que ver con la industria y la tecnología.
Por otra parte, su espacio geopolítico la convierte en el centro de una gran región, suficientemente alejada de Montevideo, y con facilidades de acceso por igual tanto a la capital uruguaya como a Buenos Aires, así como a Entre Ríos, donde existen ya otras universidades a tan solo 60 kilómetros de Paysandú.
Ciertamente, tiene falencias, pero es obvio que --por ejemplo-- no se pueden ofrecer hoy 500 camas para estudiantes, si finalmente no se establece aquí la Universidad Tecnológica Nacional.
Pero principio quieren las cosas. Los principales agentes políticos del departamento, el intendente y los tres diputados, se pusieron de acuerdo en luchar codo a codo por convencer al gobierno de la importancia que tiene para nuestra ciudad la Universidad Tecnológica. Y de la trascendencia que tiene para esta Paysandú.
Es cierto que se acerca la época de Papá Noel, del brindis, de la familia, de los fuegos artificiales y del lechón dorándose lentamente a las brasas. Pero no es menos cierto que no se puede interrumpir la lucha simplemente porque un año termina y comienza otro. Luego llega enero con el descanso anual; luego febrero con la convocatoria del carnaval y así hasta que los estudiantes vuelvan a las aulas.
Hay que insistir, pero hacerlo cuanto antes. El empuje inicial no debe perder fuerza. La peor derrota es aquella que no tuvo batalla.
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