Paysandú, Viernes 21 de Diciembre de 2012
Opinion | 21 Dic Adiós mundo cruel. ¡Oh! destino infiel, ahora vienen las criaturas del averno por mi pulcra alma. Cual retazos de los cielos, por ellos el infierno se cuela y goza con el fin de toda las buenas cosas. Precisamente hoy, en este día en que generalmente llegaba el verano, hoy llega --llegarían, pronosticaron los mayas que sucedería-- el fin de los fines, el adiós de los adioses, la muerte cruel de la Humanidad de los desvelos, de los sinsabores, de tantos planes de futuro que ya no llegará.
Todo esto, si finalmente cuando llegue el alba, horas más adelante, horas más atrás, vaya uno a saber --los mayas tampoco pusieron el minutero en marcha--, se acaba el mundo. Así es que, aprovechando la ocasión, bueno es comenzar a despedirnos. Como hace a personas de buena educación.
Adiós a los amaneceres sanduceros, pero muy especialmente, adiós a los atardeceres de esta ciudad a la vera del Uruguay, ese río que no es mucho más que eso, es también un cielo azul que viaja, un río de los pájaros y un espacio donde el hombre se siente en plena comunión con la naturaleza.
Adiós a este suelo heroico, defendido con coraje sin fin, con esa convicción que da la vida por lo que siente, piensa y cree. Desde la China María luchando como hombre y vestida como tal, pasando por el capitán Francisco Bicudo allá en Casa Blanca dando la vida por este pedazo de tierra. Hasta llegar a Leandro Gómez y sus bravos defensores de una plaza atacada por fuerzas superiores pero superándolas en coraje y entrega. Adiós a esas mujeres valerosas que desde la isla de la Caridad se desangraban por dentro viendo la ciudad atacada y adivinando el dolor de sus amados.
Adiós a los sueños de que Uruguay sea sede del Mundial 2030 y que –especialmente-- Paysandú sea subsede, desde que los salteños ya tienen un proyecto de estadio mundialista. Paysandú sigue tratando de recuperar el estadio Artigas, que para el 2030 no servirá ni para prácticas de baby fútbol. Adiós a los sueños de recuperación industrial de una ciudad que supo vivir su paraíso entre cebada, remolachas, cueros y lanas por los 50 y tanto.
Adiós, si los mayas tienen razón y este día, precisamente hoy (¿no podían haber pronosticado para 100 años más adelante?), se nos apaga el mundo, la vida misma.
Ahora, si como cualquiera puede darse cuenta --para eso está leyendo esta opinión-- nada ha sucedido y ni los mayas han podido detener el andar de este planeta, lo que hay que hacer es retomar impulso e ir por más. Por mucho más. Arriba corazones, que si no se ha terminado el mundo hoy, tenemos mucho por celebrar. ¿Los mayas? Los mayas go home!
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