Paysandú, Domingo 30 de Diciembre de 2012
Opinion | 28 Dic Pese que la coyuntura favorable que vive el país desde hace unos ocho años también ha favorecido el desenvolvimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipyme), que han crecido y se han fortalecido en los últimos años dentro de sus posibilidades y con excepciones, desde el gobierno igualmente se ve con preocupación la escasa diversificación de este sector de la economía, puntualmente en su nivel de vinculación con la cadena exportadora.
Ocurre que como ha sido tradicional en el país, las mipyme están focalizadas en atender el mercado interno, tanto por el crecimiento económico de los últimos años como por motivos culturales y también por cuestión de tamaño en cuanto al acceso a los mercados externos, desde que se trata de empresas pequeñas en un país pequeño. Ello incide en la oferta de volumen, por lo menos para atender nichos mínimos de mercado, lo que explica que la actividad de estos emprendimientos se centre en el mercado interno.
El mayor riesgo está en que en caso de una reversión de la expansión económica, y consecuentemente con una declinación en el consumo doméstico, los emprendimientos sentirían el impacto con el consecuente cierre de empresas y pérdida de empleos ya desde el vamos del declive económico, según se ha evaluado desde el Poder Ejecutivo.
En la reciente encuesta nacional las Mipyme comerciales, industriales y de servicios del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), que estuvo a cargo de Equipos Mori, se reveló que solo entre el 4% y 6% de lo producido por este sector se vende al exterior. “Es un tema que se percibe desde 2008, cuando se constató y se clasificó a las PYME como muy poco exportadoras. Históricamente, es una lectura preocupante. No tenemos cultura exportadora”, dijo Pablo Villar, director de la Dirección Nacional de Pequeñas y Medianas Empresas (Dinapyme) del MIEM, a El Observador.
Este escenario se da pese a que los datos divulgados hace 10 días por el Banco Central del Uruguay (BCU) sobre el PBI reafirmaron la dependencia del crecimiento el consumo interno. Es así que en tanto la crisis económica internacional, sobre todo en Europa, repercutió en las ventas uruguayas en el exterior, las empresas locales –como las mipyme– apostaron por el consumo doméstico y la expansión se mantuvo durante el tercer trimestre sobre la media de la economía pese a una pequeña desaceleración, desde 5,9% a 5,7%.
Es indudable que el sector, que en su conjunto constituye no menos del 80 por ciento de la actividad socioeconómica se ha visto favorecido por un aumento del salario real y los niveles de ocupación excepcionales que presenta el mercado laboral, pero la gran interrogante está planteada respecto a si las mipyme soportarán un cambio en la dinámica de la economía.
Así, hay microempresas que mantienen activos inferiores a los U$S 50 mil (39%), mientras que hay medianas, el 24%, que tienen activos superiores a los U$S 50 mil, según la encuesta del MIEM. Las autoridades, a través de incentivos, procuran brindarles a las mipyme un perfil exportador. Pero, “no todas quieren y no todas necesitan”, según evaluó Villar.
El jerarca señaló que “nuestra preocupación mayor se centra en incorporar a las empresas a la cadena de valor agregado, para que queden enganchadas a empresas que sí son exportadoras. Así se llegaría a que las mipyme, al menos, sean exportadoras de forma indirecta”.
La idea es que el nivel de competitividad y actualización tecnológica “sean de empresas exportadoras”, poniendo “el acento en la profesionalidad y la gestión”, añadió. “Igualmente, las empresas tendrían dos ventanas de venta: el mercado interno y el mercado externo”, lo que es sin dudas una opción que deberían tener en cuenta estos emprendimientos, que sin embargo están inmersos en una problemática mucho más compleja que lo que aparece a simple vista. Así, debe tenerse en cuenta que es inevitable trasladar los costos internos al precio de bienes y servicios que se pretenden vender al exterior, y que en gran medida estas empresas intentan competir trabajando total o parcialmente en negro, con todo lo que ello significa.
No es menos cierto que también figuran entre las mipyme muchas empresas golondrina, que solo duran uno o dos años y deben luego cerrar por su inviabilidad tan pronto tienen que formalizar su situación, lo que es especialmente crítico en el Interior.
Por lo tanto, la buena intención de promover asociaciones y cadenas para la exportación por las mipyme debe ser aterrizada teniendo en cuenta su vasta problemática, así como la gran heterogeneidad de situaciones que dificultan su integración a las cadenas de empresas exportadoras, ante limitaciones que no siempre salen a luz en las encuestas de los organismos oficiales por temor a multas, sanciones e incluso cierres.
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