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Paysandú, Lunes 31 de Diciembre de 2012

Consenso científico

En productos genéticamente modificados hay “ausencia de riesgo para la salud”

Rurales | 28 Dic El profesor del Instituto de Biotecnología Molecular y Celular de Planta, José Pío Beltrán Porter, quien participó de las “II Jornadas de Transgénicos Agrícolas”, organizadas por la Asociación de Biotecnología de Salamanca (Absal) y realizadas en Salamanca, España sostuvo que “para la Organización Mundial de la Salud no hay un solo caso de daño por consumir transgénicos”.
La fundación Antama entrevistó al citado profesional, quien en su exposición se ocupó de la bioingeniería vegetal. Dijo que respecto a los productos genéticamente modificados hay consenso científico sobre “la ausencia de riesgo para la salud”. Agregó que puede ser posible la existencia de “riesgos socioeconómicos”, pero que hay muchas opiniones al respecto.
Aseguró que “de acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), no existe un solo caso admitido de daño causado a la salud de los consumidores de alimentos transgénicos” y que los grupos que se oponen a ellos es por causas “socioeconómicas” opuestas al capitalismo y no por razones sanitarias.
El técnico advierte del peligro que representa para Europa no investigar suficientemente la disciplina de los transgénicos, peligro que puede derivar en una dependencia cada vez mayor del exterior.
Beltrán Porter, manifestó que los cultivos transgénicos “presentan muchos ángulos de percepción. En general, podemos decir que hay consenso entre los científicos sobre la relevancia de las mejoras así como en el potencial futuro. También hay consenso sobre la ausencia de riesgos para la salud. Respecto de los posibles efectos ambientales tampoco se aprecian riesgos distintos al de los cultivos tradicionales. Donde existe mayor diversidad de opiniones entre los científicos es sobre los posibles riesgos socioeconómicos de la agricultura industrializada, incluyendo a la que utiliza los cultivos transgénicos”.
Consultado sobre si la modificación genética de plantas es algo nuevo, el experto indicó que no. La historia de la mejora de las plantas cultivadas es la historia de la modificación genética de las mismas. En cada momento histórico se han utilizado las técnicas disponibles. Tradicionalmente se realizaba mutación al azar para aumentar la variabilidad de los parentales y la hibridación sexual que supone el trasiego indiscriminado de miles de genes. La ingeniería genética por su parte introduce cambios precisos en uno o varios genes y prescinde de la hibridación sexual. Se eliminan pues las barreras sexuales que existen entre las especies. No obstante, habitualmente, las técnicas de mejora por hibridación y las de ingeniería son técnicas complementarias.
Entiende que los transgénicos en la agricultura y la alimentación, “suponen una herramienta valiosa para aumentar la productividad de las cosechas, conseguir resistencias o tolerancias frente a estrés tanto bióticos como abióticos, mejorar el valor nutritivo de los alimentos y para la utilización de las plantas como biofactorías de productos de interés industrial”.
Precisó que grupos ecologistas cuestionan la biotecnología sólo en sus aplicaciones agrarias y alimentarias, debido a “razones socioeconómicas”. Acotó que los grupos ecologistas “no están de acuerdo con el modelo socioeconómico capitalista de las sociedades post industriales actuales e identifican a las grandes empresas con el brazo armado de dicho modelo. Además, creen, equivocadamente, que hay empresas multinacionales que se dedican sólo a los transgénicos cuando en realidad dichas empresas comercializan tanto transgénicos, como cultivos tradicionales, como productos de agricultura ecológica. Hacen negocio, como es su obligación, con cualquier tipo de cultivo, siempre que sea legal”.
Explicó que “en los últimos quince años la superficie dedicada a los cultivos transgénicos ha aumentado a razón de un 10% anual hasta alcanzar los 160 millones de hectáreas. En general, los cultivadores de soja, maíz y en menor medida los de colza y algodón están optando por cultivar plantas resistentes al ataque de insectos y tolerantes a la acción de herbicidas en muchos países. Esta tendencia la encabeza Estados Unidos de América”.


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