Paysandú, Viernes 04 de Enero de 2013
Opinion | 30 Dic Los últimos días y horas del año suelen ser agitadas para mucha gente, mientras algunos regresan a los hogares de su familia o amigos para pasar las fiestas, otros comienzan sus vacaciones y por ello se trasladan hacia distintas zonas del país.
Si a esto le sumamos el ingreso de miles de turistas por los puentes internacionales, resulta claro que las rutas nacionales están más sobrecargadas de lo habitual, especialmente aquellas que conducen a las termas o los balnearios de la Costa de Oro y atlántica.
En este marco, resulta necesario una vez más llamar la atención de los viajeros para extremar las medidas de seguridad, respetando las normas de tránsito y evitando adelantamientos o excesos de velocidad tan innecesarios como riesgosos.
Cuando una familia sale de vacaciones, quien conduce no debe olvidar que lleva en su vehículo lo más preciado de sus afectos y al sentarse frente al volante es responsable por sus vidas. Son sus decisiones al conducir las que harán la diferencia entre el disfrute de las vacaciones deseadas y un mal rato, o lo que es peor, la pérdida de personas amadas o su propia vida.
Planificar el viaje de manera que la duración tenga relación con las velocidades máximas permitidas en ruta y respetar las normas es fundamental. La velocidad máxima establecida en ruta obedece a estudios rigurosos de ingeniería en tránsito destinados a brindar seguridad, eficacia y comodidad.
En coincidencia con este movimiento por el inicio de la temporada está el propio de las fiestas tradicionales, en las que generalmente aumentan las conductas riesgosas, tales como conducir motos sin casco o excedidas de pasajeros, o manejar alcoholizados.
En este sentido, está demostrado que el alcohol deteriora marcadamente la función psicomotora y la capacidad para conducir con seguridad aumentando el tiempo que tarda la persona en decidir qué hacer y cuándo actuar. Además, deteriora la coordinación manual, la atención, así como la capacidad de juzgar la velocidad, la distancia y la respuesta para hacer frente a una situación inesperada.
Como tantos otros siniestros de tránsito, estos a los que hacemos referencia no son fruto del destino o la fatalidad, sino de la inconciencia y la falta de responsabilidad de personas que se ponen detrás de un volante. Por el bien de todos, actuemos responsablemente.
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