Paysandú, Viernes 04 de Enero de 2013
Opinion | 04 Ene De acuerdo al Anuario Estadístico 2011 del Ministerio de Educación y Cutura (MEC), en 2011 egresaron 814 estudiantes de la carrera de Derecho de la Universidad de la República, mientras que de Arquitectura lo hicieron 285 y de Ingeniería 262.
El estudio indica que en 2011 la Universidad de la República contó con 81.774 estudiantes, la Universidad Católica del Uruguay 8.899, la Universidad ORT Uruguay 7.622, la Universidad de Montevideo 2.359 y la Universidad de la Empresa 2.139.
El informe que recoge El País sostiene que en cuanto al tipo de carreras, las de grado conjuntamente con las carreras cortas o tecnicaturas, constituyen una formación universitaria de base que involucra a casi 9 de cada 10 egresados universitarios (87,3%). Pero las carreras de grado que parecían perder aspirantes en favor de las tecnicaturas y las carreras cortas, en 2011 crecieron, junto con los postgrados de especialización y las maestrías (incremento interanual de 1,6% en 2008, -28,6% en 2009, 7,5% en 2010 y 35,4% en 2011).
El Anuario señala que a nivel público y privado las cuatro áreas de conocimiento más escogidas por los aspirantes en los últimos años han sido Ciencias sociales y del Comportamiento (abarca Ciencia Política, Sociología, Economía, Humanidades, Psicología, etcétera), Enseñanza Comercial y Administración, Derecho y Medicina.
Enseñanza comercial y Administración fue la más elegida por los aspirantes de nivel universitario hasta 2007 (con excepción de 2000 y 2004), pero a partir de 2008, el lugar de las preferencias fue asumido por las ofertas del área de las Ciencias Sociales y del Comportamiento.
Tenemos así que en 2011 ingresaron 1.295 estudiantes y egresaron 262 de la Facultad de Ingeniería de la Udelar. La Ucudal formó a 34 ingenieros, la ORT a 70 y la Universidad de Montevideo a 33. En Uruguay en 2011 egresó un ingeniero cada 8.200 habitantes, mientras que Argentina se forma un ingeniero cada 6.700 habitantes y en Brasil cada 6.000.
En Chile y México se recibe anualmente un ingeniero cada 4.500 habitantes, en Alemania o Francia el indicador es uno cada 2.300, en China un ingeniero cada dos mil habitantes y en Corea un ingeniero cada 625 habitantes.
Claro, en tren de comparaciones con países desarrollados, no solo se pone de relieve el abismo en la dotación del conocimiento aplicado, sino también el perfil del funcionamiento de un país, desde que tenemos por un lado los que basan su actividad y exportaciones en la venta de tecnología y productos terminados y por ende de conocimiento, y los que a su vez se centran en los commodities, como Uruguay y otros países de la región, donde no se genera ni desarrolla tecnología y se venden materias primas para que en los lugares de destino se de valor agregado al material primario.
No es una situación que se dé desde ahora y ni siquiera en los últimos años, sino que ha sido un déficit de décadas, que no ha sido corregido estructuralmente, primero porque la educación, en todos sus niveles, se ha anquilosado y degradado en el Uruguay, y además porque hay un marcado divorcio entre la demanda del mercado del trabajo y la formación de los técnicos y la fuerza laboral que se requiere. Por otra parte, las actuales políticas sociales han creado una inagotable fuente de empleo público para psicólogos, sociólogos y afines, fomentando indirectamente este tipo de carreras, por el hecho que no sólo se evitan las matemáticas, la física y la química sino que con estos empleos existe un sueldo seguro con pocas exigencias, con el Estado garantizando la estabilidad.
Pero debe evaluarse que es evidente que ni por asomo la trama socioeconómica de nuestro país necesita nutrirse de tantos egresados en el área de las humanidades y ciencias sociales, por ejemplo, ya sea en las carreras universitarias largas como en las cortas, que muchas veces son elegidas por jóvenes que apuntan a estudios menos exigentes en esa área.
Por lo tanto la apuesta debería dirigirse prioritariamente a la capacitación técnica en áreas en las que hay marcado déficit, y para atender requerimientos en materia forestal y agrícola, solo por mencionar algunos ítems que saltan a la vista, sin por ello descuidar igualmente naturalmente la formación en las disciplinas en las que hoy abundan los egresados.
Lamentablemente, los egresados que no necesitamos se forman con los recursos de todos los uruguayos en nuestra Universidad gratuita, lo que significa dilapidar recursos que muchos necesitamos para otros fines. Esto indica que además de una mejora en la calidad nuestra educación necesita una gran dosis de racionalización y descentralización, porque el noventa por ciento de los egresados sigue correspondiendo a Montevideo, y el Interior sigue como el gran postergado en la capacitación, con o sin el proyecto de Universidad Tecnológica todavía en carpeta.
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