Paysandú, Domingo 06 de Enero de 2013

Si queremos que vengan hagamos las cosas bien

Opinion | 06 Ene Muchas veces hemos escuchado la misma interrogante de los sanduceros que van a Colón y pasean por su zona de playas o simplemente por sus arboladas calles y avenidas. Todos se preguntan por qué si es el mismo río, si son las mismas aguas, iguales arenas y similar vegetación, a qué se debe que todas las temporadas lleguen a la vecina ciudad entrerriana decenas de miles de turistas que son el sustento de un proceso económico que arroja grandes beneficios para los colonenses, mientras Paysandú ve pasar el turismo por un costado.
Y la respuesta es muy clara ya que si bien esos elementos son iguales o muy similares, hay una enorme diferencia en casi todos los aspectos relacionados con la posibilidad de disfrutarlos y de “hacer” turismo cada verano. En lo que refiere estrictamente a disfrutar de las aguas del Paterno, digamos que Colón ofrece más de diez kilómetros de playa contra uno o menos de este lado. Pero a su vez, esos diez kilómetros disponen de todo tipo de servicios que van desde impecables servicios higiénicos cada unos centenares de metros hasta mesas, churrasqueras y la muy necesaria sombra de la arboleda autóctona. Todo esto bajo la mirada protectora de decenas de guardavidas que están atentos en sus torres de vigilancia. Y en el agua están las primeras oportunidades de esparcimiento pues allí se puede acceder a servicios náuticos de todo tipo, tales como embarcaciones y equipos de pesca, excursiones por el río, canoas, “baños” imprevistos o simplemente cruces embarcados para disfruta de las arenas de la isla uruguaya que está a sólo unos cientos de metros de las playas colonenses, o las otras más al norte, las del Queguay en la zona del Varillal –también en aguas uruguayas--, con sus enormes bancos de fina arena y lugares óptimos para la pesca deportiva.
Y esto no es todo, pues el turista tiene,, en la misma zona una variedad de servicios que van desde el clásico y popular choripán hasta la posibilidad de saborear un “daiquiri” a las 10 de la mañana con el agua hasta la cintura. Por supuesto que la oferta gastronómica cubre todas las posibilidades y sin dudas si necesita una silla o una toalla la encuentra ahí nomás. Mientras que a quinientos metros tiene un complejo de aguas termales.
En otro de los aspectos más importantes para la captación del turismo argentino, Colón dispone infinidad de opciones. La nómina incluye hoteles, apart hoteles, hosterías, posadas, bungalows, cabañas, campings, casas, departamentos, alojamientos rurales y complejos turísticos. Así apreciamos desde el majestuoso hotel que vemos en la rambla hasta las más económicas habitaciones en casas de familia y los muy completo lugares de camping. Se dice que cuando alguien levanta su casa en Colón construye en el mismo terreno un apartamento para alquilar en temporada.
A su vez, los astutos colonenses han sabido mantener y cultivar su imagen de “pueblito tranquilo”. Tan es así que sólo hay unas pocas arterias pavimentadas o adoquinadas y casi todas están muy arboladas pero --y esto es fundamental--, existe una real sensación de tranquilidad y seguridad. A título de ejemplo, es muy probable que cuando un turista tome habitación en un alojamiento le indiquen dónde está el estacionamiento pero que “si quieren déjenlo en la calle tranquilos” en la certeza de que no habrá problemas.
En nuestra edición de ayer informamos: “La leve crecida del río Uruguay favoreció a las playas sanduceras, pese a que se redujo la franja de arena, para el turismo desde Colón, adonde están llegando miles de turistas provenientes de Buenos Aires, que se encuentran con que las playas de la vecina ciudad están cubiertas.
(…) Por otra parte, ante la ola de hurtos que asola al Balneario Municipal, se montó una campaña para advertir a los turistas que arriban a Paysandú sobre esto y a partir de hoy se les solicitará que completen una pequeña encuesta para determinar por un lado el grado de satisfacción y por otro establecer el número de turistas que llegan a Paysandú diariamente, atraídos por las playas, incluso ahora que se ven reducidas por la crecida del río, ya en proceso de descenso”.
Concretando: si a Paysandú le interesa captar una corriente turística de volumen proveniente de las grandes ciudades argentinas cercanas, especialmente Buenos Aires, tiene que poner ya “las barbas en remojo” y comenzar su actividad en esa dirección partiendo de la base de que siendo una ciudad cuatro o cinco veces más grande que Colón no contamos con la infraestructura adecuada, y mal nos va a ir si atraemos a turistas que luego tendrán que caminar centenares de metros para comprar un agua mineral caliente o recorrer un kilómetro para encontrar una canilla con agua potable.
La forma de hacer las cosas es pensar y actuar todo el año, y no un mes antes de inaugurarse las playas. No puede ser que todos los años nos acordemos de los servicios cuando el termómetro roza los cuarenta grados, y terminemos licitándolos con el verano en la puerta.
Ahora lamentamos que seguimos sin un camping adecuado –más allá del de Club de Pescadores, muy bien instalado pero con limitaciones por la propia operativa del club durante el verano--; que la playa Park siga siendo un descampado, que ningún privado tenga interés en brindar servicios tanto en el río –por ejemplo alquilando kayacs, organizando excursiones o de cualquier otra forma--, o en la costanera, donde seguimos apostando a la torta frita y el agua para el mate.
No es casualidad que el turismo siga de largo. Tenemos que hacer los deberes, y empezar a pensar en la temporada siguiente desde cada 1º de marzo.


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