Opinion | 03 Ene Pocos días antes del término del 2012 el Parlamento sancionó la denominada Ley de Museos, que crea el Sistema Nacional de Museos, cuyo objetivo es promover la profesionalización y el fortalecimiento institucional de los más de 220 museos uruguayos.
La misma es un paso fundamental en el camino iniciado para generar los cambios estructurales necesarios para mejorar los museos de nuestro país. Por otra parte, es la primera vez en la historia del Uruguay que contamos con una ley que contribuya a fortalecer la institucionalidad de los museos y a mejorar sus funciones y servicios.
El texto considera tanto a los museos públicos como a los privados, señala que los museos son instituciones sin fines de lucro creadas a partir de un conjunto de bienes culturales o naturales considerados de interés patrimonial, documentados, investigados y exhibidos, con la finalidad de promover la producción y la divulgación de conocimientos con fines educativos y de disfrute de la población.
El documento da origen al Consejo de Museos con carácter de órgano consultivo del MEC y propone que sea integrado por nueve miembros, representantes del Ministerio de Educación y Cultura, Ministerio de Economía y Fiananzas, Ministerio de Turismo, ANEP, Universidad de la República, un representante de los museos privados y tres representantes de los museos departamentales de todo el territorio nacional designados por el Congreso de Intendentes. A su vez se crea el Registro Nacional de Museos y Colecciones Museográficas que funcionará en la órbita del MEC.
Todos los museos públicos tendrán la obligatoriedad de su inscripción en el mencionado registro. Para los privados es facultativa, siendo preceptiva a los efectos de ampararse en las disposiciones de la presente ley. Integrar el registro será requisito necesario para recibir cualquier tipo de subvención o ayuda con fondos económicos del Estado.
Precisamente, integrar un sistema nacional de museos que tiene el aval de la institucionalidad oficial es una de las principales ventajas para los museos que participen, tanto en lo que respecta a apoyos para el acceso a financiamiento como participación en proyectos internacionales, por ejemplo. No menos importante es la generación de contactos, el trabajo en red y la capacitación que, en diversas áreas, recibirán los funcionarios de los museos. Sin duda, se trata de un paso que era necesario para instituciones generalmente relegadas de los presupuestos públicos, aunque son fundamentales para la identidad local y nacional, así como la preservación de nuestro patrimonio y acervo histórico, artístico y cultural.