Opinion | 09 Ene La propuesta incluye trece centros termales, pesca deportiva, historia, turismo rural y aventura, y teatro de revistas y comedia. La vecina provincia de Entre Ríos, nucleando a alrededor de cuarenta municipios, sigue sin pausa creciendo en su sector turístico, que deja enormes dividendos cada año.
Ahora se acaba de presentar en San José, Entre Ríos, la temporada teatral de revista y comedia, con apenas tres obras, pero que marcan un comienzo que los empresarios involucrados esperan convertir a Colón en el tercer polo artístico de verano argentino, después de Mar del Plata y Carlos Paz.
Ya hace pocos años, los inversores del sector comprendieron que el verano era demasiado poco y comenzaron a levantar complejos termales, con los que llevaron a --según registros oficiales-- 140 días de ocupación efectiva anual.
En cuanto al teatro de revistas, un empresario de Buenos Aires llegó, tiró abajo el teatro existente y sobre él construyó uno para 600 espectadores. Y disfruta ya de los carteles de “No hay localidades”.
Mientras enfrente el turismo se comprueba como poderoso motor de la economía, aquí desde este lado del charco seguimos sin encontrar la llave que nos permita también abrir la puerta del verdadero desarrollo turístico.
Hay algo así como megaproyectos (hotel casino, por ejemplo), pero no hay emprendedores, no hay pequeños y medianos empresarios, y no hay tampoco incentivo del gobierno departamental. El uruguayo se ha acostumbrado a esperar todo del gobierno, sea el que sea. Y en verdad hay mucho de paternalismo en quienes están al frente de la nación y del departamento. Pero como el paternalismo es mucho más un hecho oral que uno concreto, entonces todo queda en nada.
El buen ejemplo está aquí enfrente y no podemos seguir echándole la culpa solamente a las dificultades para cruzar el puente internacional. Hay mucho más que eso. ¿Qué impide ofrecer pesca, turismo rural o histórico? Pues, simplemente la correspondiente inversión. Paysandú perfectamente podría establecer un pool empresarial, donde unos construyan cabañas, otros armen los circuitos turísticos, otros impulsen restaurantes, otros proporcionen transporte y así por el estilo.
Colón hace ya unos cuantos años era sólo una ciudad de calles de tosca y poca infraestructura. Sus habitantes comprendieron que el desafío y la oportunidad estaban allí. Y hasta vivieron en carpas mientras alquilaban sus casas. Pero llegaron a la realidad de hoy, impulsados por los capitales privados. Los sanduceros debemos creer primero en nuestra ciudad para luego invertir en bienes turísticos. Creer, hacer, crecer.