Opinion | 04 Ene La temporada en Punta del Este es, como era previsible, inferior a años anteriores. Algunas fuentes señalan que hasta un 40% menos. Argentinos y brasileños, los dos grandes grupos de veraneantes que llegan al tradicional reducto de élite, ya no vienen como antes. Contrasta con esa realidad las nuevas construcciones que invaden el exclusivo balneario, desde comienzos de los 2000, pero con especial énfasis en 2008, cuando a nivel mundial se produce un quiebre en la confianza financiera y los inversores prefieren apostar a bienes genuinos. Y se deciden por otro ladrillo en la pared.
Hoy la discusión es cómo aceptar el desarrollo de las construcciones nuevas, preservando un estilo de “bosque urbano”. Esa discusión se extiende hasta Laguna del Sauce, José Ignacio y La Barra.
En tanto, el resto del país no tiene ni por asomo un desarrollo turístico similar. Colonia hace fuerza con su casco histórico, Ciudad de la Costa con sus balnearios alternativos, en general para uruguayos y poco más.
Paysandú y Salto ofrecen sus centros termales, que permanecen con buena ocupación durante el verano también, merced en parte a las promociones a partir de “Destino Termas”. Y el futuro hotel 4 estrellas de Almirón, más la posibilidad de otro en Guaviyú, además del spa en Almirón, aparecen como buenas opciones.
Pero todo eso, sigue estando muy por debajo de las inversiones necesarias para posicionar realmente al departamento como destino turístico de alto nivel. Hasta ahora, los centros termales son la única opción real de turismo. La ciudad, en cambio, ha quedado relegada.
Como se ha indicado otras veces, no es una ciudad turística, o al menos no tiene tradición como tal. No hay inversores privados dispuestos a construir --por ejemplo-- apartamentos y ofrecerlos amueblados para alquileres temporales. No hay servicios para los turistas, como el de guías. Sí hay quienes han estudiado la carrera.
Es cierto, no hay gran demanda de esos servicios, pero por algún lado se debe comenzar. Paysandú tiene lugares que merecen ser visitados. Pero mientras alguien no ofrezca esos servicios, será difícil avanzar.
Hay que construir un anillo de servicios turísticos que tengan la posibilidad de quedar en stand-by hasta tanto aparezcan los turistas. Hay hoteles, lo mismo que restaurantes y pizzerías. Faltan guías de turismo, paseos por el río, recorridas por la ciudad en minivan, y otros servicios que motiven al turista. Por supuesto, a esto hay que sumar una fuerte promoción, para empezar en la vecina orilla. Hoy miramos como solamente el Este uruguayo sigue creciendo. Obviamente lleva mucha ventaja. Pero nunca es tarde para empezar.