Paysandú, Domingo 13 de Enero de 2013
Opinion | 07 Ene Es impensable, para un país que aspire a crecer y desarrollarse sobre bases sólidas, más allá de situaciones coyunturales producto de los avatares del escenario internacional, basar sus políticas en improvisaciones o “genialidades” del gobierno de turno, el que a la vez descarta lo que había hecho el anterior y posiblemente corra la misma suerte cuando le suceda la siguiente administración.
Este panorama que describimos ha sido una constante en Uruguay, donde la ausencia de políticas de Estado no solo ha llevado al país por un rumbo errático sino que no ha generado reglas de juego estables para alentar inversiones de mediano y largo plazo, que son las que promueven los grandes emprendimientos sobre todo.
En los últimos años, más precisamente a partir de finales de la década de 1980, la excepción la tuvimos cuando se instrumentó la Ley de Desarrollo Forestal, a través de estímulos y exoneraciones para propiciar inversiones en grandes superficies para la explotación forestal. Ello ha arrojado hasta ahora la construcción de dos plantas de fabricación de celulosa para exportación, así como aserraderos, chipeadoras, fábricas de tableros y otros emprendimientos que a la vez han dado lugar a polos de desarrollo en lugares como Paysandú, como es el caso concreto de Piedras Coloradas.
Para acordar e instrumentar políticas de Estado es preciso generar coincidencias entre todos los partidos, lo que asegure al país y a los operadores que se transitará determinada ruta por encima de la colectividad partidaria que esté en el poder, y la impronta que dé cada uno a su gestión, de todas formas.
Recientemente el presidente José Mujica expuso sus puntos de vista coincidentes con esta visión intemporal de las políticas de gobierno, y subrayó que “la forestación es fruto de un acuerdo nacional y nos está diciendo con claridad cuál es el camino político futuro que más le convendría al Uruguay. Pero ello depende de la madurez de los uruguayos”.
El mandatario expresó en su audición radial que “hay que reconocer que las políticas públicas fueron la verdadera semilla del origen de esta industria (forestal). Esto, para esos señores que sobran, en el país que viven de y para criticar al Estado. En todo caso, al Estado hay que criticarlo cuando tiene impotencia y no logra acuerdos nacionales”, reconoció.
En este sentido afirmó que “hemos contemplado la magnitud de lo que significa esa colosal obra de la nueva planta de fabricación de celulosa en Puntas de Conchillas”, sostuvo el mandatario, quien agregó que “va a tener repercusiones de largo plazo (ya que) hoy está asistiendo a un cambio de carácter fenomenal, está repercutiendo en las ciudades y pueblos de este departamento de Colonia”.
Mujica recordó que la concreción del proyecto de Conchillas se debe a la aprobación de la ley forestal hace ya 25 años y ratificada por todos los partidos. “Son 25 años de desarrollo, donde una política de Estado dio resultado. La intervención del Estado no siempre es negativa, sino en muchos casos, como lo enseña la historia de Corea, el Estado debe ser iniciador de procesos que al principio no se conocen y como tal necesitan el respaldo de políticas públicas”.
El presidente subrayó que no hay un rubro de la economía uruguaya que haya tenido una evolución tan contundente como la forestación, pero reconoció que “el dolor de cabeza de la forestación son los caminos, los puentes. La forestación deberá ayudar al país en la logística. Tenemos retraso en la logística, en el ferrocarril, tenemos que trabajar en los puertos. La forestación deberá trabajar en estas cuestiones como el país la ayudó a ella en estas cuestiones”.
Lo que es cierto porque --como dice el refrán-- “detrás del bagre viene la sarta”, y la forestación, como otros rubros en que se genera inversión, significa además la creación de infraestructura de apoyo, de servicios, de nuevos empleos, de contraparte de privados y del propio Estado, de crear condiciones para más inversiones de apoyo y necesaria infraestructura de las características que indicaba Mujica.
Es saludable --porque significa que se adquiere cultura de gobierno-- que el presidente esté en esta tesitura, como así también gran parte de la fuerza de gobierno, porque indica además que felizmente ha quedado atrás en buena parte de la izquierda aquella idea retrógrada y sesentista, de los eslóganes de los inversores a los que se presentaba como piratas con el parche en el ojo que venían a llevarse la riqueza dormida de los uruguayos, y no a contribuir a generarla, como ha ocurrido, para entre todos hacer algo mejor por la calidad de vida en el país.
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