Deportes | 13 Ene Se sufrió mucho. Demasiado. No porque corriera peligro la victoria, más allá de que Salto tuvo rebeldía pese a ser inferior futbolísticamente. Sino porque poco a poco los salteños se fueron llenando de expulsados y, como contrapartida, Paysandú equivocaba los caminos que le podían permitir liquidar el partido, sellar el triunfo y sumar tres puntos en el clásico enmarcado en la segunda fecha del Grupo A de la Copa Nacional de Selecciones, y tranquilidad pensando en el futuro.
La victoria no debía correr peligro, y quedó en claro desde el comienzo. Es que Ximeno salvó su valla con espectacular atajada ante un remate violento de López, cuando apenas comenzaba el partido. Así, la situación del compromiso era clara: la Blanca buscaba y Salto no encontraba la pelota.
El equipo de Ramón Silvera quiso darle velocidad al juego, pero superados los 15’ Salto le avisó que, más allá de verse superado, apostaría a mirar el arco de enfrente y a intentar lastimar.
Tanto es así que, con el paso de los minutos, y un Paysandú ya no tan claro con el balón, la visita estuvo cerca de poder concretar.
Pero Soria, con un golazo, haciendo entrar la pelota en el ángulo derecho con un bombazo, daba tranquilidad.
Era el gol que se necesitaba como para recomponer el equipo, la idea. Porque Caratte estuvo pocos minutos en cancha al sentirse de su lesión, y así la premisa de jugar, de tocar, se fue perdiendo para apostar demasiado --por momentos hasta abusando-- al pelotazo en búsqueda de las corridas de los delanteros.
En el complemento la visita salió decidido a dar batalla, a pisar fuerte. Y Paysandú se vio sorprendido por momentos, perdió la mitad de la cancha y se encontró superado durante varios minutos de juego, cuando no se encontraba con el balón. Incluso costó reaccionar cuando los naranjeros fueron sumando expulsados, al punto que a los 24’ del complemento Salto ya tenía dos futbolistas de menos.
Dávila, que ingresó en el primer tiempo por Caratte, fue el que hizo temblar la última zona salteña con un remate cruzado que sacó el golero.
Y en el córner, Timoteo Acosta se hizo gigante pese a sus escasos centímetros de altura, para decretar el segundo con un imponente cabezazo cruzado.
Salto ya estaba con tres menos pero, pese a todo, intentaba sorprender. Pero Paysandú terminó por sellar la victoria. Sufrida, es cierto; pero no por ello inmerecida. Corta, pero más que importante porque se está en carrera, se ganó el clásico y se sumó confianza, lo que no es poca cosa. Había que ganar, y se ganó. STB