Paysandú, Jueves 17 de Enero de 2013
Opinion | 16 Ene Una posibilidad que debería alegrar a todos los uruguayos, conocida en las últimas horas, refiere a que la empresa vasca Euskotren está en contacto con el Poder Ejecutivo con vistas a invertir en AFE y hacerse cargo de su reactivación.
El plan de negocios para AFE entregado a Presidencia de la República por Euskotren, propiedad del gobierno del País Vasco, prevé un modelo de privatización a treinta años, pero contempla asimismo la posibilidad de articular un consorcio de empresas españolas y uruguayas para la inversión en la red nacional de carga uruguaya.
El delegado de Euskotren en Uruguay, Javier Cruz, explicó a El País que “Euskotren aportaría a los socios privados la solvencia técnica de que el proyecto es rentable y al gobierno uruguayo la garantía de que las actuaciones se harán con estándares de calidad y seguridad europeos”, e indicó que en su empresa están convencidos de que el proyecto puede ser rentable si se realiza correctamente, puesto que la necesidad de transporte de carga de Uruguay es elevada y en los próximos años lo va a ser mucho más. “Por ello ofrece al gobierno uruguayo distintas alternativas para la realización del proyecto de modernización y revitalización de la red nacional ferroviaria, en función de las preferencias y posibilidades de la nación”, según indicó Cruz.
Las alternativas manejadas incluyen una concesión por treinta años tras culminar las obras, a través de un modelo de privatización en el que Euskotren participaría como integrante de un consorcio vasco-español-uruguayo, en tanto otra posibilidad contempla que el gobierno uruguayo aportaría mediante deuda soberana a AFE la financiación para encarar la modernización del ferrocarril de carga bajo la colaboración y supervisión de Euskotren, “que asegura la solvencia técnica de las actuaciones realizadas”, comentó el delegado.
Por supuesto, como dice el refrán, “a caballo regalado no se le miran los dientes”, porque estamos ante una oferta que permitiría revertir pérdidas de entre doce y veinte millones de dólares al año que arroja el inexistente servicio de AFE para todos los uruguayos.
En suma, cada uno de los ciudadanos aporta de su bolsillo para financiar que los trenes sigan en una circulación agonizante por la escuálida y deteriorada red férrea de nuestro país, sin siquiera servir para el transporte de maderas y granos desde los centros productivos, que deberían ser captadas por el ferrocarril como carga de gran volumen y bajo valor relativo hacia las terminales de salida hacia el exterior.
La oposición ha surgido una vez más del sindicato de funcionarios de AFE, el que advirtió que si la privatización de AFE incluye la generación de funcionarios excedentes desatará un “serio conflicto” y destacó que no permitirá que ninguno de los 800 funcionarios de AFE quede en esa situación.
A través de un comunicado el gremio indica que la empresa Euskotren “ofrece alternativas de apoyo e inversión. Una de ellas es la privatización, pero también ofrece el apoyo para otra alternativa que es la recuperación de AFE dentro del esquema público”.
A juicio de la Unión Ferroviaria la iniciativa se mantuvo “oculta” por el Ejecutivo y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, porque “desmiente sus afirmaciones de que nadie apostará a una recuperación del ferrocarril bajo una administración pública”, y recordó que “el plebiscito contra las privatizaciones se ganó con el apoyo del Pit Cnt, la FEUU, Fucvam, y hasta el propio partido de gobierno el Frente Amplio”.
Cómo no recordarlo, precisamente, cuando se echaron a andar eslóganes promovidos por los sindicatos de funcionarios públicos, apoyados por sectores del Frente Amplio, bajo la consigna de que se quería vender “las joyas de la abuela”, el patrimonio de los uruguayos, a los piratas con el parche en el ojo.
También en su momento el sindicato Sutel se opuso a las centrales telefónicas digitales y abogó por mantener a las viejas centrales electromecánicas –un verdadero anacronismo-- porque se podían perder los puestos de trabajo, aunque pudiera quedar por el camino la modernización de los servicios que tanto necesitaba el país.
Hoy, como ayer, toda inversión privada es bienvenida en AFE, si nos permite mejorar el servicio y a la vez sacarnos de encima el cáncer de veinte millones de dólares anuales que arrojamos a la vía para mantener el ferrocarril, porque debe priorizarse lo que más sirve al país pese a las “chacras” de corporaciones que procuran convencer a la población que velan por sus intereses, cuando solo cuidan los suyos.
Quizás la solución deba ser tan traumática como la que sufrió la aerolínea de bandera uruguaya Pluna, que de un día para otro desapareció por inviable y si hoy surge una nueva empresa será otra cosa, diferente, y esperemos que como tal ya no dependiente del Estado. En el caso de los ferrocarriles, lo que se haga necesariamente tendría que ser por la vía de la inversión privada, porque el Uruguay no está en condiciones de seguir dilapidando indefinidamente millones de dólares al año sólo para que 800 funcionarios mantengan su fuente laboral, y además hipotecar el futuro del transporte terrestre de bajo costo porque el sindicato se siente dueño de cualquier cosa que utilice vías para moverse por el territorio nacional.
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