Paysandú, Sábado 19 de Enero de 2013
Opinion | 12 Ene El presidente uruguayo, José Mujica, terminó participando en un acto partidario en lo que debió ser la ceremonia de asunción de un nuevo período presidencial por el mandatario venezolano Hugo Chávez, al dirigirse brevemente a la multitud que vivaba al mandatario internado en Cuba mientras tras su cuarta operación sigue luchando contra el cáncer, lo que le impidió ser investido nuevamente como presidente de la nación caribeña.
La participación del presidente José Mujica en el acto de apoyo al presidente Hugo Chávez generó críticas desde la oposición y provocará un nuevo llamado al Parlamento del canciller Luis Almagro, a efectos de que explique la presencia de Mujica en este acto.
Por supuesto, las circunstancias muy especiales en que se ha desarrollado el proceso de asunción de un nuevo período presidencial en la nación caribeña habla a las claras de una institucionalidad muy precaria, signada por el autoritarismo y los personalismos del mandatario actualmente internado en Cuba. Se ha dado el contrasentido del “fallo” de un Tribunal Supremo de Justicia que responde al chavismo, señalando que no hace falta que Chávez asuma el nuevo mandato institucional, porque ha sido reelecto. Ello viola los principios básicos del derecho, desde que todo mandato presidencial en una democracia es a término, y cuando finaliza un período debe empezar otro, con el correspondiente traspaso, aunque se trate de la misma persona que ejerza la Presidencia.
Estas “pequeñeces” sin embargo han sido minimizadas por nuestra Cancillería y el Poder Ejecutivo, mientras que paradójicamente en ocasión de la destitución del ex presidente Fernando Lugo en el Paraguay, se hizo hincapié en que se había dado un golpe de estado y se había violado la Constitución, cuando precisamente en la vecina nación guaraní se cumplieron los pasos contemplados en la Carta Magna. Pese a ello, se utilizó este argumento para “justificar” la suspensión del Paraguay del Mercosur y el ingreso automático de Venezuela, priorizando “lo político sobre lo jurídico”, como reconociera públicamente el presidente José Mujica.
En el caso de Venezuela, con estos antecedentes, una mancha más no le hace al tigre, y no puede extrañar por lo tanto que el mandatario uruguayo haya acompañado el proceso en un acto partidario, sin el presidente que debía asumir, por amistad y “solidaridad” ideológica.
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