Paysandú, Sábado 19 de Enero de 2013
Opinion | 14 Ene Por cierto que uno de los grandes temas en el debe y que debe abordarse con seriedad este año es el de la educación, un problema sin resolver para los uruguayos, aunque en los últimos años se le han afectado más recursos que nunca, pero sin demandar la contrapartida de resultados ni la evaluación que debe seguir a las innovaciones y supuestas mejoras.
Estos recursos adicionales se han volcado atendiendo el reclamo de los gremios del sector, los que precisamente resisten toda evaluación y propuesta que no pase por su aprobación o su iniciativa, aunque hasta ahora su sentido de mejora se ha centrado en la búsqueda de mayor poder en los organismos rectores, dejando en un segundo plano la mejora del sistema educativo, por cierto.
Señalamos esta problemática como un aspecto en el debe para 2013, cuando todavía el Uruguay es favorecido por un entorno internacional receptivo para nuestros productos de exportación, y una mayor recaudación, lo que indica que la oportunidad es propicia para acordar y encarar reformas en nuestro sistema educativo que creen un mejor escenario para las nuevas generaciones, ante el déficit en la calidad de la enseñanza que alcanza prácticamente todos los niveles.
En reciente reportaje, el matutino El Observador recoge conceptos de un docente de liceos públicos, quien se siente frustrado por un sistema de enseñanza que según él determina el bajo nivel de los estudiantes, y relató presiones de los inspectores en sus visitas --incluyendo las reuniones de profesores-- para que los docentes eleven las calificaciones de los alumnos que de otro modo repetirían.
Relató que “los muchachos llegan prácticamente semianalfabetos al liceo por el tema de los pases sociales de Primaria”, y que “hay presiones para que des menos cosas o para que no des otros temas, o que los des por arriba. Estamos formando gente que no tiene las herramientas mínimas para enfrentarse a un empleo”, en tanto “hay presiones por las direcciones para que los estudiantes no repitan. Vos no vas a enseñar, vas a retener a los alumnos. Eso se traduce en los resultados que estamos viendo, con la repetición cerca del 30 por ciento”. Los conceptos del docente no representan ninguna novedad para nadie que más o menos efectúe un seguimiento de cerca del escenario de nuestro sistema educativo, y por cierto, el sistema político no puede ignorar este panorama al que nos referimos.
El gobierno y todos los partidos políticos con representación parlamentaria firmaron en febrero de 2012 un acuerdo para definir líneas estratégicas sobre políticas educativas, pero el pacto duró solo cuatro meses y se dio por terminado tras una interpelación al ministro de Educación y Cultura, Ricardo Ehrlich.
Seguimos por lo tanto sin un ámbito en el que se puedan plantear y discutir cara a cara los problemas y las eventuales salidas para este encierro en que se encuentra la educación en el Uruguay. Lamentablemente, la presunta igualdad de oportunidades por una enseñanza gratuita y de libre acceso para todos ha quedado en los hechos solo en los enunciados, y se ha tornado profundamente antidemocrática en la realidad, si se tienen en cuenta los resultados que arroja en cuanto a educación y capacitación.
El punto es que a mayor o menor deserción, sigue bajando la calidad de la enseñanza y el nivel de conocimiento de los egresados, como lo han reconocido las autoridades universitarias. En este contexto de bajo nivel como promedio general para todos los casos, la desigualdad entre la educación recibida por ricos y pobres genera una brecha educativa que en los hechos obra como instrumento reproductor de la pobreza.
Es evidente que los sectores de menores recursos de la población, y consecuentemente con mayores dificultades para egresar de Secundaria acceden al mercado de trabajo con una menor preparación, y no están calificados para los empleos mejor pagos, por lo que por regla general deben aspirar a ser mano de obra poco calificada y menos remunerada, lo que indica la magnitud del desafío que tiene planteado el país en su sistema educativo, y el drama de decenas de miles de jóvenes que no tienen oportunidades de capacitarse y de insertarse en el esquema laboral.
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