Locales | 21 Ene Cuando uno contempla esta venerable máquina va retrocediendo en el tiempo.
Estuvo en Paysandú cuando era un cero kilómetro, circuló por nuestras calles con don Manuel Pereira Brasil --el abuelo de Leandro-- al volante.
Milton Pereira la guió cuando ya cambiaba la fisonomía ciudadana y ahora es Leandro Pereira quien se sienta detrás del volante para llevarla en el periplo ciudadano.
“Sabe qué --nos dice Leandro-- ahora la sacamos poco a la calle, tenemos que ajustar algunos elementos a lo que es la normativa del tránsito actual. Además el encendido está con 6 voltios, habría que cambiarlo”.
Pero lo importante es que este automóvil Ford coupé convertible, con motor V8, es todo original.
Su motor tira y tira con un ruido bronco.
El color tirando a gris con la capota negra, es el de siempre.
“Dos veces le hicimos la capota a nuevo y parece que la tajearon”, dice Leandro.
LA ACTUALIZACIón
DEL MODELO B
En 1935 Ford Motor Company fabricó un auto que fue una actualización del popular Ford B con motor V8.
El motor de cuatro cilindros que venía utilizándose desde la aparición del Ford A, ya no se ofrecía.
Ford deja solamente al motor V8 para todos los vehículos que se fabricaban en ese año.
Visualmente el Ford 1935 fue mucho más moderno, con una alta rejilla o parrilla frontal, muy vistosa y con dos laterales para enfriar el motor. Las llantas ya no tenían rayos, eran integramente hechas de acero, aunque había algunas excepciones con rayos muy cortos.
Habían variantes en los distintos modelos: el estándar, el de lujo, coupé, tudor, sedán, sedán convertible, coupé convertible --la versión que comentamos-- y hasta una camioneta con carrocería de madera.
Las estadísticas dicen que en total, abarcando todos los modelos, fueron 820.000 las unidades vendidas en su tiempo de fabricación; muchas de ellas llegaron a Uruguay y Argentina.
La fabricación culminó en el año 1936. Seguramente para los memoriosos el recuerdo de estas airosas convertibles circulando sin capota, con los pasajeros melena al viento por las calles sanduceras, aún no se debe haber borrado.
Este vehículo poseía además un asiento adicional ubicado junto a la tapa del bául, donde podían instalarse dos personas más.
Las convertibles gozaban por aquellos años de un encanto especial, por más que hubiesen pasado los años. Su sola contemplación despierta --sobre todo en los más veteranos-- ese particular sentimiento.
Se une a ello el hecho de que es un auto que ha venido pasando de generación en generación, en una familia de hondo arraigo sanducero.