Paysandú, Martes 22 de Enero de 2013
Opinion | 20 Ene La realización de una nueva vía de acceso a la ciudad desde el Norte, específicamente conectada con la circulación generada por el Puente “General Artigas” a través de la Avenida de las Américas es sin dudas no ya deseable sino realmente imprescindible. Es evidente que la arteria actual, construida hace cuatro décadas y a la cual se le ha hecho muy poco mantenimiento desde entonces, está totalmente obsoleta, no ofrece seguridad para el tránsito actual ni protección para los peatones y se encuentra en muy mal estado. Sin embargo, debemos recordar que el proyecto del Puente Paysandú Colón, elaborado por el centralismo montevideano preveía la construcción de una única carretera (Avenida de las Américas) hacia la Ruta 3, no existiendo ningún plan para conectar el tendido internacional con la ciudad. Fue gracias al reclamo de las autoridades municipales y de la ciudadanía que se construyó el denominado Acceso Norte, paralelo a la vieja Dr. Roldán, hasta el “puente seco”.
Es así que --salvo que exista alguna determinación municipal que no recordamos--, la calle que se encuentra al Este de la vía férrea es la que se denomina “Dr. Roldán” mientras que la arteria que está al Oeste de la misma es el “Acceso Norte”. Incluso a fines de la década de 1980 se propuso denominarla “Ing. José Aquistapace”, pero no se logró obtener la mayoría especial necesaria en la Junta Departamental para su aprobación.
El por entonces moderno y amplio trazado de esta vía de ingreso a la ciudad, pronto se vio colmado con el creciente tránsito de los barrios ubicados al norte, que son precisamente los que más se han desarrollado en los últimos años y receptores de prácticamente todo el incremento poblacional de Paysandú. Por esta calle diariamente circulan miles de personas hacia y desde el centro de la ciudad, muchas de ellas en motos o bicicletas, que se mezclan con un tránsito rápido como es el de cualquier acceso a una ciudad, de autos, ómnibus y hasta algún camión, así como peatones que no cuentan con veredas donde caminar. Todo esto constituye el caldo de cultivo perfecto para que se produzcan fatalidades, y no es de sorprender entonces que muchos de los siniestros que allí se registran –en especial en horas de la tarde o la noche, cuando los birrodados sin luz se apoderan del asfalto-- terminen con algún motociclista o peatón fallecido.
Es por lo tanto imperioso cambiar esta situación, y la mejor opción es a través de una doble vía con previsión a futuro, ancha, con buena visibilidad y con cantero central amplio como siempre tuvieron las avenidas bien diseñadas. La ciudad ganaría en urbanismo, valorizando las propiedades a ambos márgenes de la avenida, mejorando la circulación desde y hacia el Puente internacional y Nuevo Paysandú, al tiempo que se incrementa la seguridad vial.
Las expropiaciones realizadas en su momento permiten disponer hoy de una franja de cincuenta metros de ancho por lo que perfectamente se puede pensar en una avenida de dos carriles en cada sentido con sendas de 7,20 banquinas exteriores de 2,50 e interiores de un metro así como un cantero central de buen ancho para albergar un importante sistema de iluminación así como jardines que sin duda contribuirían a embellecer la zona.
Al respecto, el proyecto que en este sentido presenta la Intendencia considera que el costo de los trabajos será absorbido por fondos nacionales integrados por dineros que si bien corresponden a los distintos departamentos son manejados desde el Gobierno Central, lo que permitiría que las obras sean realizadas por empresa o empresas particulares. Esto es sumamente importante pues debemos ser conscientes que no pueden destinarse equipos y o personal municipales que son imprescindibles para encarar con todo el esfuerzo posible la recuperación del pavimento urbano así como la caminería rural.
Por otra parte, la construcción del nuevo Acceso Norte resultaría sumamente beneficiosa para Ancap, que cuenta con cuenta con importantes instalaciones en la zona del puente internacional y, según ha anunciado, realizará trascendentes inversiones de ampliación de la planta de cemento y una nueva industria para producir etanol. Por lo tanto no sería descabellado plantear la posibilidad de un apoyo del ente para realizar el viaducto de hormigón utilizando cemento portland producido en Paysandú.
En definitiva, resulta imprescindible la construcción de un nuevo Acceso Norte en el marco de una planificación que incluya otras vías necesarias.
Por ello es de esperar que se actúe como se enuncia en los discursos y no se pongan piedras de política menor en el camino de las obras que nos interesan a todos y cada uno de los sanduceros.
El tiempo es ahora, porque la obra ya se ha dilatado demasiado y corremos el riesgo de que si seguimos demorándola, más adelante sea imposible hacerla. De casos así –con graves perjuicios para la ciudad que hoy estamos sufriendo— estamos rodeados. Recordemos, a modo de ejemplo, que a fines de la década de 1920 se presentó un proyecto para ensanchar la calle 18 de Julio desde Cerrito hasta la Plaza Constitución. La propuesta no tuvo andamiento por faltarle un voto político en el seno del Consejo Departamental sanducero, y hoy es una parte “muerta” del centro que desconecta 18 de Julio de avenida España.
Más cerca en el tiempo, a fines de los 80 se prohibió expresamente por parte de la Junta Departamental utilizar fondos municipales para construir la llamada Costanera Norte. Esa rambla que hoy miles de sanduceros y visitantes recorremos para pasear, disfrutar del río, caminar, correr, hacer bicicleta o utilizamos para llegar al Puente Internacional pudo no haber existido nunca, si nos hubiésemos atado a las urgencias que seguramente tenía la ciudad. Seguramente cuando en la década de 1930 se hizo el trazado de la actual República Argentina, en tiempos en que sólo había unas 1.000 “cachilas” en circulación, aquélla se vería como una obra faraónica, desproporcionada, con un trazado de más de 50 metros de ancho total en medio del campo. Pero esa visión de futuro le dio a Paysandú una vía rápida de ingreso hasta el mismo centro, que nos ha distinguido de la mayoría de las ciudades del Interior, como Salto por ejemplo.
Peor aún está hoy Montevideo, que por no haber encarado obras de fondo a su debido tiempo –subterráneo, avenidas, ensanche de calles--, hoy no sabe cómo salir del corsé en que se encuentra el tránsito vehicular y el transporte público.
Necesidades siempre habrá, recursos siempre faltarán. Pero si para hacer las cosas que hay que hacer esperamos a contar con un Edén, en pocos años veremos cómo la ciudad termina ahogándose a sí misma.
Hagamos de una buena vez un acceso Norte como Paysandú necesita. El momento es ahora.
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