Deportes | 21 Ene Qué dificil se hace escribir sobre un tema que hoy por hoy está de moda y está metido como un puñal en la sociedad uruguaya. Algo que parecía que sólo podía ocurrir en otras partes del mundo, muchas veces por razones étnicas. Estamos refiriéndonos a la violencia.
Ocurrió el sábado a la noche en el Estadio Los Olivos de Bella Unión, una vez finalizado el partido de Sub 18 entre fronterizos y sanduceros por la 10ª Copa Nacional de Selecciones de la Organización del Fútbol del Interior (OFI).
El futbolista local, Cristhofer Fernández, golpeó en el rostro del jugador de Paysandú Brian Logiurato, haciéndole perder el equilibrio, cayendo al suelo. Luego de reincorporarse, reaccionó ante Fernández y, a partir de ahí, se generalizaron los golpes.
Hubo varios futbolistas que querían apartar, pero en definitiva eran superados por los violentos.
Todo y como consecuencia de que el árbitro central Luis López, no supo conducir el encuentro con el criterio necesario como para que al final no ocurriera lo que al final terminó sucediendo.
Que se entienda, no estamos justificando la violencia bajo ningún concepto, pero el colegiado de Mercedes se equivocó --sin dudas lo puede hacer como ser humano que es-- porque no supo apreciar con ponderación que la cosa venía brava y no cortó la situación como debía hacerlo. Fernández y Logiurato se estuvieron buscando permanentemente durante el encuentro, pero el árbitro la dejó pasar.
A su vez, en reiteradas ocasiones, se equivocó en apreciar faltas cometidas por parte de uno y otro equipo, principalmente en perjuicio de Paysandú, provocando cierta desconcentración en el juego por parte de los sanduceros. Que quede claro, López no tuvo incidencia en el resultado final del encuentro, porque cuando Paysandú dominó todo el segundo tiempo, no fue contundente y lo pagó caro. Daniel Bazet Fernández.