Paysandú, Jueves 24 de Enero de 2013
Opinion | 23 Ene Tras cabildeos políticos y la reticencia inicial de algunos sectores de oposición por no haber sido consultados respecto a los nombres promovidos desde el Poder Ejecutivo, el Senado de la República votó favorablemente la venia para que Rodolfo Silveira, María Grompone y Pablo Chilibroste integren el Consejo Directivo de la Universidad Tecnológica (UTEC), a instalarse en lugar todavía no determinado del Interior.
En este caso, tras años de inacción en la materia, la premura pareció ganar al Poder Ejecutivo, desde que en pleno receso de verano se decidió saltear la instancia del tratamiento en comisión, y elevar directamente los nombres al plenario de la Cámara Alta, ya que de acuerdo a lo señalado por la senadora oficialista Lucía Topolansky, de esta forma se acortan los tiempos.
Según Topolansky, la urgencia parte de la necesidad del hecho de que como la UTEC es un nuevo instituto, que no tiene presupuesto, necesita que se aprueben las instancias para que se puedan incluir los recursos correspondientes en la Rendición de Cuentas a elevarse en el presente año.
Ocurre que es la última Rendición de Cuentas del período Mujica en la que se pueden incorporar gastos y crear cargos, y además se necesita un tiempo prudencial para que trabaje esta dirección provisoria en el diseño inicial de la universidad y así poder presentar la iniciativa más o menos integral para la Rendición de Cuentas, para un instituto que deberá comenzar a trabajar desde cero.
Este Consejo Directivo provisorio se encargará de definir las áreas estratégicas de la nueva universidad, en base a la autonomía que se otorga a este instituto tecnológico, que es similar a la instituida para la Universidad de la República. Tras estas definiciones para el diseño básico con el apoyo de un equipo asesor se definirán las primeras carreras que se ofrecerán en este centro docente y de capacitación que tendrá nivel terciario, pero sobre el que todavía quedan muchas interrogantes a despejar, y no solo desde el punto de vista de la sede física y supuestas subsedes.
El Consejo Directivo de la UTEC, cuyas venias se aprobaron el lunes, funcionará en carácter provisorio por un período de cuatro años. La idea es promover la descentralización de la enseñanza universitaria a partir de atender las necesidades de capacitación en el Interior, cuyo déficit en este sentido es una materia pendiente crónica en el Uruguay, tanto en lo que refiere a las carreras tradicionales como las que se espera crear específicamente para aggiornar la enseñanza técnica en base a los requerimientos de sectores productivos en expansión y la demanda de nuevas tecnologías en una serie de áreas todavía desatendidas.
Según indicó en su momento el presidente José Mujica, la sede de la UTEC se ubicaría posiblemente en Florida, Durazno o Tacuarembó, en lo que parece haber sido una idea lanzada con poco asidero, si se tiene en cuenta que para que realmente se contemple al Interior, la sede debería estar ubicada al norte del río Negro. Y para que ello se cumpla, entre estas alternativas solo Tacuarembó responde a esta condición geográfica, aunque si vamos al caso desde el punto de vista de la infraestructura disponible esta designación debería corresponder a Paysandú.
Paralelamente el mandatario acaba de señalar que la UTEC no va a “disputar espacio” con la Universidad de la República (Udelar), e indicó que “seguramente esta no puede ser una Universidad que entre a disputar espacio, sino a complementar una multitud de espacio que hay que cubrir y que con la consecuencia del adelanto científico y tecnológico de la Humanidad, que necesita una diversificación de carreras que no están anotadas en el país”.
Más allá de estas generalidades conceptuales, todavía hay pocos elementos de juicio para determinar el perfil que tendrá la UTEC, menos aún las áreas que incluirá y el nivel de capacitación que ofrecerá, desde que pese a su carácter terciario podría proponer determinadas carreras cortas para atender la demanda laboral de emprendimientos que sostienen no encuentran en el país personal especializado, o eventualmente complementar carreras cortas que se están dictando actualmente por la Universidad de la República, con subsedes y orientaciones dirigidas a sectores específicos de actividad en el Interior.
Es decir que estamos ante una iniciativa que responde a planteos históricos del Interior ante el centralismo y el elitismo de la enseñanza universitaria en el país, que no ha podido ser disimulada por los pasos dados hasta ahora con la creación de la Regional Norte y carreras cortas o parciales en lugares como Paysandú.
Es de esperar que el nuevo instituto supla buena parte de las carencias y discriminación que sufren los jóvenes del Interior, sobre todo de menores ingresos, que no tienen oportunidades reales de capacitarse para acceder a puestos de trabajo calificados o aspirar a una carrera en condiciones similares a los de Montevideo o el área metropolitana.
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