Paysandú, Viernes 25 de Enero de 2013
Opinion | 25 Ene Un reciente informe de la Unión de Exportadores del Uruguay, recogido en la edición de EL TELEGRAFO del miércoles, da la pauta de las dificultades que atraviesa el sector, más allá de números sobre el crecimiento del sector que se dan a conocer al término de cada período, porque pone de relieve que este crecimiento –que se ha desacelerado-- no ha sido acompañado de las acciones que le den sustentabilidad.
De acuerdo a este informe, los principales problemas identificados son las dificultades para contratar personal, fundamentalmente en el Interior del país, así como el denominado costo país, que incluye el incremento de los costos de la energía, el tamaño del mercado, las dificultades para exportar a algunos destinos, la falta de proveedores de materias primas e insumos, la demora del Estado para aprobar proyectos de inversión, la burocracia pública, los paros y los muelles costosos, entre otros.
Hay elementos incluidos en esta lista que son de más difícil dilucidación que otros, naturalmente, y refieren fundamentalmente a la infraestructura y los costos, que son la parte fundamental de la ecuación económica que tiene que ver directamente con la supervivencia o desarrollo de la empresa exportadora en el contexto macro, más allá de las dificultades puntuales en determinadas áreas por cada sector en base a su particular problemática.
Existe el común denominador del costo país, que incluye una serie de ítems como la energía, donde más de dos tercios de las empresas consultadas manifestaron que en Uruguay se aplican altos costos de energía y de combustibles, lo que afecta su competitividad, y varias consideraron además que habrá dificultades de suministro en el futuro. Esto explica que un tercio de los exportadores esté trabajando en la generación de su propia energía a partir de fuentes renovables como la biomasa, solar o eólica, en tanto otros lo están evaluando como una posibilidad o necesidad cercana.
Pero naturalmente, el nudo gordiano en este caso, más que en las dudas sobre si se contará con energía suficiente o si se podrá acceder en determinado período a la generación propia total o parcial con energías renovables, radica en el alto costo de la electricidad, que influye directamente en la producción de bienes y servicios, de una forma notoria.
Las empresas uruguayas están pagando el kilovatio - hora al mayor precio de la región, lo que hace que pierdan competitividad frente a similares de Brasil y Argentina, por ejemplo, que compiten en los mismos mercados internacionales. En este contexto, ya UTE está anunciando un aumento tarifario del orden del 6 por ciento a partir del 1º de febrero, en contraste por ejemplo con lo que ocurre en Brasil, donde se anuncia una rebaja del 18 por ciento para los industriales y sectores productivos, justamente para mejorarles la competitividad internacional. Esto naturalmente será un duro golpe para las empresas uruguayas que exportan hacia Brasil.
Paralelamente, la inflación es una Espada de Damocles para los sectores productivos, porque se conjuga con el dólar “planchado” por el que se procura contener los precios internos, generando mayor deterioro en la economía de sectores de exportación, sobre todo los que incorporan algún valor agregado, porque conlleva un aumento de la inflación en dólares que inevitablemente debe trasladarse al precio final de la mercadería que se ofrece en el mercado exterior.
En contrapartida, es positivo que en un período de dos a tres años pueda contarse con gas natural a partir de la proyectada instalación de la planta regasificadora, lo que permitiría abaratar en energía a muchas empresas exportadoras.
Otra cosa son las necesidades logísticas, donde los problemas de infraestructura en el transporte carretero, incluyendo la ausencia del ferrocarril, condicionan seriamente a las producciones de grandes volúmenes, como la madera y los granos, mientras están faltando los accesos a las terminales portuarias como Nueva Palmira.
No menos importantes son las falencias en materia de capacitación y disponibilidad de mano de obra calificada, por cuanto hay consenso respecto a la falta de mecánicos, electricistas, electromecánicos, torneros, soldadores y técnicos en electrónica. Esto pone de relieve una vez más la falta de sintonía entre nuestro sistema educativo y la demanda laboral, que es parte del cuello de botella que nos condiciona para ingresar en una fase de desarrollo que sea soporte del crecimiento coyuntural, de forma que con el tiempo no nos quedemos solo con la espuma de este período favorable, que debemos aprovechar mientras haya tiempo.
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