Locales | 27 Ene Mientras las playas sanduceras lucen desiertas, al tiempo que siguen inhabilitadas para baños recreativos, los balnearios de la costa de Colón, San José y Liebigs a solo 10 kilómetros al norte de Paysandú están desbordadas de turistas y locales que disfrutan al máximo cada minuto en el agua y en la arena.
Ayer, ya desde el mediodía se apreciaba una fuerte concurrencia en toda la faja costera, donde parece que el sol “pega” distinto y los rayos UV no son tan nocivos como acá. Es claro que en una ciudad turística cuya principal atracción es el río, un día de inhabilitación de las playas para pintar los bancos, limpiar la arena y ordenar el espacio costero no tiene cabida para nadie, desde los jerarcas municipales hasta los operadores turísticos, que precisamente estaban ansiosos a la espera de que bajaran las aguas para que los visitantes pudiesen darse el gusto de bañarse en el Paterno.
Pero nos atrevemos a asegurar que a diferencia de los sanduceros, que todavía no nos hacemos a la idea de que tenemos las mismas posibilidades de disfrute de los colonenses --al menos desde el punto de vista de la naturaleza--, no hubiesen esperado a que “los autoricen” a bañarse para ir a la playa. Allá se ve gente en la arena tomando sol o en el agua cada vez que la temperatura y la altura del río lo permite, incluso fuera de temporada hasta después de Semana Santa, mientras que aquí se “clausuran” las playas e inmediatamente quedan desiertas.
Allá todo es disfrute y diversión náutica, con cientos de embarcaciones que llegan hasta Banco Caraballo al norte de Liebigs, juegos inflables tirados por chalanas y gomones, barcos de paseos, etcétera, todo bajo el control y la seguridad –sin producir molestias— de la Prefectura argentina, que patrulla constantemente con varias embarcaciones y motos de agua.