Paysandú, Jueves 31 de Enero de 2013
Opinion | 26 Ene Los casos que han estado bajo investigación en los últimos días en nuestro país, uno de los cuales registrado en Paysandú, ante la posibilidad de que se trate de dengue importado o hasta autóctono en el paciente sanducero, que han generado inquietud los ciudadanos, son empero señal clara de que estamos ante una actitud ambivalente de la generalidad de la población, que solo parece reaccionar tarde, ante hechos consumados.
Desde hace años se han instrumentado campañas de concientización, sobre todo en Paysandú y otras zonas de pasos de frontera, haciendo hincapié en la necesidad de evitar que se arraigue en nuestro medio el agente transmisor de esta enfermedad de origen tropical, el mosquito Aedes Aegypti, que tiene un hábitat y características distintas al mosquito común, el Cullex.
Por lo general el vector se reproduce en aguas limpias y recipientes de paredes rígidas, es decir en los que se deposita agua de lluvia, por lo que una medida fácil y efectiva --si se hace en forma sistemática--, es eliminar o por lo menos dar vuelta recipientes que reúnan estas condiciones, aún los más pequeños, como tapitas de refrescos, cubiertas, macetas, etcétera.
Sin embargo, todos los días observamos que tanto en veredas como en calles y nuestros propios hogares, se dejan elementos que responden a estas características, aun teniendo en cuenta que periódicamente tienen lugar campañas de “descacharrización” por el Ministerio de Salud Pública, con apoyo de cooperativas sociales y otros organismos. Es decir que respondiendo a nuestra idiosincrasia, la irresponsabilidad, la desconsideración, la desaprensión, la falta de conciencia, han facilitado el avance del mosquito que transmite el dengue, al punto que actualmente en muchas zonas de la ciudad se le encuentre en la misma proporción que el mosquito común, y en otras prácticamente ha desplazado al Cullex. Esto indica que contrariamente a lo que ocurría hasta hace algunos años, contamos con el vector casi en la misma proporción que los países tropicales de donde es originario el Aedes Aegypti, y nada podría evitar que de un momento a otro, a través de un caso importado, se pueda diseminar la enfermedad rápidamente entre la población.
De vez en cuando, ante la posibilidad de un caso de dengue, como ha ocurrido en los últimos días en Paysandú, se sacude la desidia y la pasividad de muchos vecinos que durante largo tiempo se han encogido de hombros cuando se les ha exhortado a encarar acciones que evitaran la reproducción del mosquito, y de poco y nada vale ahora que ante la inminencia de la llegada de la enfermedad, se salga corriendo a comprar insecticida, repelentes y otros elementos para evitar ser picados por el mosquito.
Esta batalla, mal que nos pese, se perderá más tarde o más temprano si no se toma conciencia y se actúa en consecuencia, sin esperar que se registre un caso autóctono en nuestro medio para ocuparnos de protegernos, mediante acciones sencillas, la más simple de las cuales es no dar espacio para la reproducción del mosquito, en lugar de reclamar que se haga fumigaciones masivas contra el insecto adulto, cuyo efecto es mínimo.
Debemos tener presente por si muchos no lo han asumido, que Uruguay es junto a Chile el único país de América Latina que no registra casos de dengue autóctono, y que lo que menos precisamos es otra enfermedad que nos amenace, sobre todo cuando tenemos todas las condiciones para evitarla. Estamos en una región donde el dengue es endémico, porque éste existe en Paraguay, en Brasil, en Argentina, y tiene épocas de empuje, como la actual.
Pero a diferencia de lo que ocurría hasta no hace mucho tiempo, hemos incorporado factores de riesgo que se han agravado sustancialmente, porque estamos ante una tropicalización del clima, que hace que el mosquito llegue hasta nuestras latitudes, a lo que se agrega que ha crecido el turismo regional y por lo tanto el ingreso de turistas, sobre todo en la temporada estival.
Entonces debemos prepararnos, porque cuando ocurra lo que nadie quiere, muchos de los que hoy han estado omisos y mirando hacia otro lado serán los primeros en desgarrarse las vestiduras ante lo irreversible, exigiendo acciones inmediatas del gobierno nacional y departamental, que poco podrán hacer para contener una posible epidemia de dengue.
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