Paysandú, Jueves 31 de Enero de 2013
Locales | 29 Ene El Refugio La Heroica mantiene su cupo al límite con 40 personas asistidas, la mayoría de las cuales son mujeres víctimas de violencia doméstica, en algunos casos derivadas de otros departamentos por el Poder Judicial. La coordinadora del equipo, Laura Krenz, reconoció a EL TELEGRAFO que trabajan en similares condiciones durante el año, sin disminución en la cantidad de casos, porque “no hay receso para la violencia doméstica --lamentablemente-- y si por lo menos un día del año tuviéramos vacaciones con la violencia doméstica, cuántas víctimas menos serían”.
La referente del refugio diferenció los casos de violencia que se denuncian y los comparó con las víctimas que no lo hacen. “En el 40% los hogares sanduceros hay víctimas de violencia doméstica --y este es un cálculo personal--, donde no solamente la mujer es víctima por parte de su pareja, sino también debemos tener en cuenta la violencia ejercida hacia los adultos mayores por parte de sus hijos o incluso de los padres hacia sus hijos. La violencia doméstica no tiene que ver con violencia de género, ya que son dos cosas diferentes”. A este último caso lo definió como “la relación de poder ejercida desde uno de los integrantes de la pareja hacia el otro”. Sin embargo, “la violencia doméstica engloba a toda la familia”, señaló.
“Si en una pareja hay un dese quilibrio de poderes, los niños son víctimas primarias y no secundarias porque la agresión va hacia ellos directamente, desde mi punto de vista. El daño psicológico, el temor, la inseguridad y lo que genera en ese niño es lo mismo que le genera a su mamá”, aseguró Krenz.
El Refugio La Heroica comenzó albergando en 2006 únicamente a población masculina. “En este momento tenemos un refugio las 24 horas, con 40 cupos. De ese total, 32 son mujeres y niños, algunos muy pequeños desde 9 años hacia abajo. Los restantes son hombres y siempre estamos colmados. Esa población masculina está compuesta por adultos mayores, una persona con ceguera y dos con patologías psiquiátricas que mantienen sus respectivos controles médicos”, expresó. Krenz reconoció que esta no es la población objetivo, pero se preguntó “hacia dónde los mandamos”, en el entendido que “no existen lugares que puedan contener determinadas situaciones”.
La coordinadora del servicio resaltó que “es absolutamente necesario y urgente que el Mides tenga posibilidades de abrir otro refugio para recibir a personas que soliciten atención en el marco del programa Invierno Polar, donde en el último año se mantuvo una asistencia diaria de unas 40 personas”. Además de los casos pertenecientes a violencia doméstica, sumaron unas 80 personas alojadas en el local ubicado sobre calle Sarandí. “Es una mezcla de población tan diversa, porque tenemos situaciones complicadas con las mujeres y sus niños víctimas de violencia, junto a personas entre quienes predomina el alcohol o sustancias tóxicas, que vienen de la calle”, expresó Krenz.
“Hay mujeres que nos dicen que ese olor a alcohol les devuelve su propia historia y si bien no hemos tenido ningún problema, sabemos que en algunos casos manejan lenguaje soez y los niños escuchan”, consignó.
En determinados momentos del año, cuando sube el caudal del río Uruguay a sus máximos niveles y desborda una amplia franja costera de la ciudad, se deben atender en forma paralela situaciones de contingencia, así como el programa Invierno Polar orientado a personas en situación de calle. En estos casos se habilita el patio central de la amplia residencia, donde se disponen colchones en el piso. “Incluso en los dormitorios se juntan los niños de a dos por camas y también se ubican colchones, pero tampoco sirve el hacinamiento. A esto lo podemos hacer por unos días porque no nos permite trabajar con la población vulnerable, que esa es nuestra función”, expresó.
Krenz reconoce que “lo ideal no siempre es lo real. Si se dispusiese de otro lugar, se alojaría a la población masculina o a damnificados de una creciente”. El refugio recibe también a mujeres que llegan desde otros lugares del país, para preservar su seguridad, derivadas por Inmujeres, el Poder Judicial o el INAU. “Su integridad física corre peligro y si permanecen en su departamento, el agresor siempre sabe dónde ir a buscarlas”, destacó. El refugio de Paysandú se encuentra ubicado en un lugar estratégico, cercano a una seccional policial y con una disposición tal que para llegar a las dependencias donde residen las mujeres con sus hijos, “hay que pasar por encima del educador que abre la puerta, pero que tampoco la abre fácilmente”. Además, cuando llega una mujer víctima de violencia, automáticamente pasa a tener otro nombre para evitar que se conozca su paradero, ante cualquier consulta del agresor.
Pulseras magnéticas
Consultada acerca de la efectividad que plantean las autoridades del Ministerio del Interior, ante la instrumentación de las nuevas pulseras magnéticas en los próximos meses, Krenz indicó que “no sé si las pulseras son una solución o colocar un GPS a los agresores para saber por dónde andan. Desde mi punto de vista, el agresor debe recibir una rehabilitación psiquiátrica o psicológica, enmarcado en un proceso que llevará años, porque de algún lado viene esa violencia o agresión y se deberá saber qué pasó en su vida que lo lleva a pegar, maltratar o insultar”.
De acuerdo a su experiencia, informó que ha “visto en los últimos tiempos que la violencia doméstica va en una brutal escalada. Las mujeres llegan con los brazos y costillas fracturadas, incluso quemadas, o sea, con lesiones gravísimas. Hace unos dos años veíamos casos en que llegaban golpeadas y con una fuerte carga de violencia psicológica, pero ahora se nota cada vez más grave. Y en otros casos, si salvaron su vida fue de milagro. El ensañamiento sobre su compañera, sus padres o sus hijos es brutal. Hay una gran ira instalada que no la pueden manejar”.
Finalmente, Krenz resaltó la buena coordinación existente entre las diferentes instituciones, que se desempeñan “trabajando muy bien con el programa Uruguay Crece Contigo, INAU, la Unidad Especializada en Violencia Doméstica, el Poder Judicial, Inmujeres y Salud Pública. De hecho, ASSE ha puesto a disposición una enfermera que realiza su rutina dos veces por semana”.
En cuanto al apoyo de las organizaciones sociales, “el refugio ha recibido ayuda de las que se encuentran instaladas dentro y fuera del país. Incluso sanduceros radicados en Montreal y Nueva Jersey nos hicieron llegar sus aportes, como por ejemplo el freezer, el horno industrial, los ventiladores y las estufas fueron donados por compatriotas radicados en el exterior”, destacó.
La coordinadora recordó especialmente a una de sus “hadas madrinas que organizó la despedida de fin de año. Ellos vivieron la Navidad de la familia, con una mesa adornada que ubicamos en el patio con un clima de fiesta y baile. Nuestros compatriotas nos hicieron llegar los recursos y la gente se entusiasmó, viviendo ese clima, porque obviamente que en sus vidas y en sus propias historias hubo otras Navidades, fiestas de fin de año y también hubo una familia”, relató.
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