Opinion | 26 Ene Según se supo ayer, el gobierno argentino dispuso la derogación de casi todos los regímenes de licencias no automáticas, las que implicaban que además de los trámites aduaneros, cada importación tuviese que ser aprobada previamente por el Ministerio de Industria del vecino país, en tanto los productos más perjudicados han sido los provenientes de los países del Mercosur.
Con esta nueva medida se abre el camino para que puedan ingresar al mercado argentino productos como autos y autopartes, motos, neumáticos y cubiertas de bicicletas, productos metalúrgicos, tornillos y afines, hilados y textiles, calzado y partes de calzado, juguetes, pelotas, papel, artículos para el hogar, y los productos encasillados en los rubros “manufacturas diversas” y “productos varios”, en tanto el único régimen de licencias no automáticas que queda vigente es el de bicicletas.
Según lo expuesto en la Resolución 11 del Ministerio de Economía, publicada en el Boletín Oficial, la resolución se tomó en función de “cuestiones de oportunidad mérito y conveniencia, en el estadio de cumplimiento de los objetivos oportunamente fijados en las normas aludidas”.
Es una buena noticia que por fin el gobierno del vecino país haya dado marcha atrás en una medida que marcó una etapa oscura del acuerdo regional, cuando por necesidades de política interna, ante el requerimiento de dólares por falta de crédito internacional, estableció un severo régimen de control de importaciones que afectó tanto al Uruguay como a los demás socios del Mercosur.
Tras el período transcurrido con este cierre de importaciones, muchas empresas uruguayas debieron redirigir sus exportaciones y en algunos casos incluso debieron reestructurarse, en tanto unas pocas quedaron a la espera de una decisión como la que se aprobó en las últimas horas.
Pero, con ser una buena noticia, siempre queda de por medio la incertidumbre por la imprevisibilidad de la política del gobierno del vecino país, por lo que a una de cal suele seguirle una de arena, y siempre se está ante el riesgo de que se preparen partidas para encarar importaciones a partir de la apertura, y encontrarse con que al poco tiempo, de golpe y porrazo, se cambien las reglas de juego, dando por tierra con toda previsión económica y hasta con la supervivencia de las empresas afectadas.