Locales | 27 Ene Aunque hasta el mediodía de ayer el río Uruguay siguió creciendo, el buque carguero de bandera uruguaya Amambay, perteneciente a la empresa salteña Gibamar y que quedara varado al norte de la isla Pepeají no pudo liberarse, mientras que en las últimas horas las aguas comenzaron a descender a razón de 2 centímetros en la hora, complicando aún más la situación. Las expectativas están centradas ahora en que pueda ser rescatado esta mañana por un remolcador que llegará hoy desde Fray Bentos.
EL TELEGRAFO estuvo presente en la víspera en el lugar y tuvo oportunidad de dialogar con el propio timonel del barco, Jorge Gómez, a la altura del primer paso --al norte-- sobre Pepeají, a unos 15 kilómetros al norte de la isla del Queguay. Se trata de un lugar que sin embargo no es considerado entre los más problemáticos, pero que en esta oportunidad se presentó como el principal obstáculo debido a la fuerte tormenta con vientos de hasta 90 kilómetros por hora, que se abatió el jueves sobre la zona.
Como diéramos cuenta en nuestra edición de ayer, el buque partió en su segundo viaje con 600 toneladas de trigo desde el puerto de Salto hacia la terminal de Nueva Palmira, para efectuar el trasbordo hacia el buque de ultramar a efectos de su exportación. En esta oportunidad, con un calado de 2,70 metros, el barco había cruzado ya por los pasos más complicados, pero a la altura del banco que precede a Pepeají fue alcanzado por una fuerte tormenta –de la que no había advertencia meteorológica--, que desplazó a la nave del canal principal y la derivó hacia aguas de menor profundidad, haciendo que la proa quedara enterrada sobre la arena en una longitud no menor a los 15 metros. Imposibilitado de zafar por sus propios medios, el Amambay fue auxiliado el viernes por la refuladora municipal sanducera Renemar, la que incluso dragó parte del entorno del carguero, pero resultó imposible liberarla del arenal, donde actuamente hay una profundidad de entre 1 metro y un metro y medio.
Igualmente, al seguir creciendo el río, se tenía la expectativa de que el buque durante la noche pudiese salir por sus propios medios, pero el ascenso se interrumpió y en la tarde anterior comenzó a descender, por lo que la situación siguió comprometida. Sin embargo el barco cuenta con suficiente profundidad bajo el casco en las dos terceras partes de su extensión desde la popa, que tiene buena flotación y por lo tanto se procura hacer retroceder la nave hacia el norte, donde inmediatamente se alcanzan los 3 metros y medio de calado. Para ello se está esperando el arribo del remolcador de Fray Bentos, que tiene un motor de mil caballos de fuerza, los que trabajando en conjunto con el motor de 600 caballos de la propia nave, permitirían hacer zafar la proa y así reemprender el viaje a Nueva Palmira.
De acuerdo a lo que se indicó a EL TELEGRAFO, la varadura no afectará el plan de transporte del Amambay, ya que también se retrasó el buque de ultramar que levanta la carga en Nueva Palmira como consecuencia de la tormenta, por lo que se espera cumplir en tiempo y forma con el cronograma para transportar la carga de trigo que se lleva en camiones hasta el puerto de Salto. La nave salteña está tripulada por siete personas, las que se encuentran bien, en tanto por tratarse de suelo arenoso tampoco el casco de la nave ha sufrido roturas como consecuencia del percance.
Falta señalización
La falta de señalización en el río Uruguay hacia el norte del puerto de Paysandú hasta Salto --un lugar olvidado para el transporte fluvial hasta la cruzada del Amambay-- es un factor negativo de sumo peso para esta actividad logística, ya que por ejemplo en el paso de Pepeají, donde encalló la nave, sobre la costa uruguaya hay buena profundidad pero bordeada de formaciones rocosas que es preciso evitar, mientras que la canal es angosta. En tanto hacia el oeste hay arenales que cambian de posición frecuentemente, por lo que sería fundamental contar con boyas indicadoras. El Amambay ha tenido que ir descubriendo los lugares de paso por su propia experiencia y utilizando el GPS está estableciendo incluso su propia carta de navegación.