Paysandú, Lunes 04 de Febrero de 2013
Opinion | 28 Ene La reciente manifestación de un numeroso grupo de “bagayeros” en Paysandú es el reflejo de una sociedad que, para hacer la vista al costado en momentos de crisis, permitió que esos ciudadanos y los que los antecedieron asumieran que lo que hacen no es delito (evasión de impuestos y competencia desleal) y justifican esa falta en cuanto no tienen un trabajo estable, por lo que “bagayear” es su solución laboral, y como argumentan, “es mejor eso que robar”.
Más de un centenar de personas reclamaron por la “flexibilización” de los controles aduaneros. Sin embargo, según los datos oficiales, son más de 400 las motos que cruzan diariamente hacia Colón (muchos a trabajar allí, sobre todo en la construcción, pero seguramente algo traen también cada día) por lo que no es temerario suponer que al menos el triple, o más, son quienes se dedican al trasiego de mercaderías. A eso se suma --aunque ahora en menor medida, según las autoridades-- los autos y camionetas que en cifra similar también van a Colón, y los que viajan en el ómnibus diariamente.
Seguramente no es un “trabajo” cómodo: tener que ir hasta Colón, buscar buenos precios, cruzar la frontera nuevamente, llegar a su casa y salir a vender lo que traen demanda tiempo y atención a lo que hacen. Es imposible saber cuánto gana líquido cada uno de los “bagayeros” de productos del hogar (sin tener en cuenta la ropa o repuestos, que deja mayor margen).
Pero para Paysandú el trasiego significa al menos en el mejor de los casos --y si fueran solo cinco kilos por persona--, entre 2.500 y 3.000 kilos diarios de alimentos y otros productos de almacén los que ingresan en forma irregular. Tres toneladas por día de lunes a viernes, 60 toneladas al mes de “contrabando hormiga”.
Esos son los hechos. ¿Cuáles podrían ser las soluciones? Eso que no es “culpa” de nadie, pasa por todos, pero fundamentalmente por los generadores de puestos de trabajo y por el Estado, que ha sido omiso durante décadas. Primero porque eran pocos los “bagayeros”, luego fueron más pero había “crisis”, después porque había otras cosas que atender. La solución no es fácil, pero ante el argumento de falta de trabajo o capacidades para trabajar, ahora que es época de “vacas gordas” bien pueden hacerse cursos como los desarrollados por Inefop para los desocupados, dirigidos a “recuperar” esos ciudadanos que a causa de la incapacidad o desidia propia y ajena, hoy son un contrapeso para la sociedad en lo económico y en lo ético, porque va socavando las normas sociales de lo que se asume que está bien o mal. Y si las normas empiezan a ser “flexibles”, ¿dónde podremos llegar como sociedad?
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