Paysandú, Lunes 04 de Febrero de 2013
Opinion | 29 Ene Cautela y esceptismo son el común denominador de las repercusiones tanto en los empresarios uruguayos como en los argentinos de las medidas adoptadas en las últimas horas por el gobierno de Cristina Fernández, por las que flexibiliza las trabas comerciales para la importación de productos, lo que pone de relieve que se toma con pinzas las decisiones adoptadas del otro lado del río en materia comercial, teniendo en cuenta los antecedentes.
El gobierno de Argentina publicó en el boletín oficial una resolución que derogó casi todas las licencias no automáticas para autos y autopartes, motos, neumáticos, cubiertas de bicicletas, productos metalúrgicos, tornillos y afines, hilados y textiles, calzado y partes de calzado, juguetes, pelotas, papel, artículos para el hogar y productos encasillados en los rubros “manufacturas diversas” y “productos varios”, en tanto quedó vigente la medida proteccionista respecto a las bicicletas.
El argumento que manejaron los voceros de la Administración Fernández, para justificar la medida se basa en “cuestiones de oportunidad y conveniencia, en el estadio de cumplimiento de los objetivos oportunamente fijados”, pero tanto en medios empresariales uruguayos como argentinos se interpreta que en buena medida es producto de la presión por la denuncia ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) de 40 países encabezados por Estados Unidos. Sin embargo no sería ilógico pensar que la mayor motivación para este cambio de rumbo sea que la industria argentina se está quedando sin proveedores de productos que necesita para funcionar, al tiempo que crece el descontento en la población por la falta de otros que sólo se consiguen en el exterior.
De todas maneras los importadores argentinos ya advirtieron que pese a la eliminación de las licencias no automáticas, las trabas a las compras del exterior seguirán y se continuará controlando el ingreso de productos a través de declaraciones juradas anticipadas.
En ese sentido, dijeron estar convencidos de que el gobierno de Cristina Fernández seguirá trabando las importaciones a través de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación. Al respecto, Diego Pérez Santiesteban, presidente de la Asociación Argentina de Importadores y Exportadores, dijo a La Nación que hoy por hoy se monitorea el cien por ciento de las compras al exterior, por lo cual las licencias no tenían ningún sentido.
Señaló que habrá que esperar a los próximos meses para ver si la medida tomada este viernes supone un cambio en la política comercial de ese país, en tanto el empresario se mostró escéptico al considerar que de hecho el grado de discrecionalidad sobre los permisos de importación que poseen las autoridades comandadas por el temido Guillermo Moreno no se verá acotada.
Mientras tanto, en nuestra orilla, industriales y exportadores recibieron con escepticismo la decisión del gobierno argentino de derogar la tramitación de esos certificados por importadores argentinos para el ingreso de mercadería. En 2011, el Ministerio de Industria argentino había ampliado a casi 600 productos la obligatoriedad de tramitar la licencia no automática, lo que incluyó a buena parte de las exportaciones uruguayas hacia ese país.
Pero la política restrictiva a las importaciones que aplicó el gobierno K no terminó allí. Un año después, en febrero de 2012, se implementó una nueva traba comercial a las importaciones: la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI). Este requisito obliga a los importadores a presentar documentación adicional, como el compromiso de la empresa a exportar por el mismo o mayor valor de lo que se pretende importar, entre otras.
Es así que “la traba más dura que tenemos es la voluntad de Moreno”, dijo a El País Rafael Sanguinetti, encargado de la comisión de comercio exterior de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), en tanto el presidente de la Unión de Exportadores, Álvaro Queijo, coincidió con la visión industrial al señalar: “No creo que vaya a cambiar sustancialmente la situación con Argentina. Es una traba menos; ahora van por el otro lado y mantienen las DJAI”.
Las ventas generales hacia Argentina cayeron 15% en 2012 y la balanza comercial de Uruguay tuvo un déficit de U$S 1.100 millones el año pasado. Todo indica que aún en el mejor escenario, el anuncio de Argentina, no reparará de forma inmediata el deterioro de los últimos años que muestran datos del instituto Uruguay XXI.
Las ventas de automóviles a ese país cayeron un 20,9% el año pasado y su participación en el total exportado con ese destino bajó a 14,6%. No obstante, la cantidad de empresas que colocan sus vehículos allí no se vio afectada.
Mientras tanto, el sector textil y vestimenta, uno de los más afectados ya a esta altura se perderá la posibilidad de colocar su producción para la próxima zafra de invierno, por cuanto a esta altura del año estas empresas ya deberían haber colocado sus productos.
Pero seguramente el gran enemigo de la corriente exportadora es la falta de credibilidad del gobierno de Cristina Kirchner, que mantiene a Guillermo Moreno como el gran censor de lo que pueda entrar y salir del país, y al mantener la exigencia de las declaraciones anticipadas de importación, estará vigente la amenaza de un filtro que por sola voluntad de la administración puede dar por tierra con todo negocio en proceso, lo que da la pauta de que todavía se está lejos de la normalización y que no basta con anuncios para convencer de que las cosas van a ser distintas a partir de ahora.
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