Paysandú, Miércoles 06 de Febrero de 2013

Ampliar horizontes de exportación

Opinion | 05 Feb En un aparte de la reciente reunión entre los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE), se hizo el intento de reflotar las negociaciones para alcanzar un acuerdo comercial entre ambos bloques, las que están estancadas desde hace un buen tiempo por falta de acuerdos en determinadas áreas, pero sobre todo porque las grandes economías del acuerdo regional del Cono Sur tienen sus propios intereses, que no siempre coinciden con la idea de la negociación entre bloques.
Por lo tanto, lo mejor que podría salir de este contacto es fijar una fecha posible para un intercambio de propuestas de integración, de acuerdo al compromiso asumido por los presidentes del Mercosur y de la Unión Europea en 2010.
No debe olvidarse que los avatares de siempre en el Mercosur desde el punto de vista comercial, que han distorsionado abiertamente la relación entre los integrantes del acuerdo y hasta con las naciones asociadas, han dado paso más recientemente a los acuerdos de gobiernos por afinidades ideológicas, que han convertido al acuerdo regional en lo que ha sido calificado como un “club de amigos”.
Ello explica que hasta ahora en el relacionamiento externo el bloque, que debería funcionar como una plataforma para llegar a otros mercados, se haya limitado a firmar acuerdos parciales con Chile, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Cuba, India, Israel, Egipto y Palestina.
En cambio, no se han concretado acuerdos con mercados relevantes, como la Unión Europea, que es el principal socio comercial en negociación desde 1995 y estancado desde 2004, aunque relanzado en 2010, por la posición adoptada por Argentina y Brasil.
El año pasado el Mercosur y la Unión Europea anunciaron que retomaban sus negociaciones en procura de alcanzar un acuerdo de asociación política y comercial, apuntando a superar los obstáculos que se generaron en el proceso de negociación interrumpido por ponencias extremistas en ambos bloques, que llevaron al fracaso de los intentos que se habían generado, en principio con buenas perspectivas.
El diálogo entre la UE y Mercosur, que busca crear la mayor área de libre comercio del mundo, se inició en 1995, pero las conversaciones se congelaron en 2004 y recién se retomaron en mayo de 2010, con escasos avances hasta el momento, a fuer de sinceros.
Aunque los acuerdos a negociar incluyen un capítulo de diálogo político y otro de cooperación, indudablemente el central es el referido al comercio bilateral entre los bloques, que es un aspecto en el que en su momento se habían centrado fundadas expectativas de países como Uruguay, que tiene mucho para ganar con una apertura significativa de ese mercado, pero cuya postura aperturista ha tropezado con objetivos muy diferentes en el caso de Brasil, por ejemplo.
El vecino país ha buscado fundamentalmente favorecer su posición como nación emergente desde el punto de vista político y económico en el contexto internacional, a despecho de los intereses de los demás integrantes del acuerdo regional.
Es que Brasil desde el Mercosur ha apuntado sistemáticamente a potenciarse como el mayor proveedor posible de bienes manufacturados, como es el caso de maquinaria e insumos varios, sustituyendo las importaciones extrarregión, de los demás socios del Mercosur.
Mientras el Mercosur aspira a ampliar su acceso al proteccionista mercado europeo de productos agrícolas, la UE dice que quiere una mayor apertura para sus manufacturas y mejores condiciones de negocios para sus empresas de servicios con intereses en Sudamérica, lo que no es visto precisamente con buenos ojos por Brasil.
Ello explica que para el Uruguay tiene mucho mayor relevancia el concretar un acuerdo favorable con la Unión Europea que el interés que puedan tener Argentina y Brasil, los que tienen otros fines y a la vez economías de gran tamaño y problemas internos que los han llevado por la ruta del proteccionismo, sobre todo en el caso argentino. Pero los intereses de Uruguay no coinciden con los de los dos grandes socios, los que además practican un bilateralismo flagrante en el Mercosur, y debería promover con insistencia que se logre un acuerdo entre los dos bloques, para ampliar su horizonte de exportaciones con países de fuera de la región y sobre todo con la UE, a pesar de la coyuntura adversa que todavía atraviesa el Viejo Mundo.


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