Paysandú, Domingo 10 de Febrero de 2013

Sentido común más allá de los voluntarismos

Opinion | 04 Feb Sucesivamente, en los últimos días los trascendidos coinciden en que en reuniones con otros integrantes del gobierno y legisladores del Frente Amplio, el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, llamó nuevamente, pero esta vez con mayor énfasis, a la contención del gasto público y evaluó que en la Rendición de Cuentas próxima los únicos recursos adicionales que se incluirían serían los que se volcarán a la creación de la Universidad Tecnológica del Interior (UTEC).
Esta visión del conductor de la política económica se manifiesta cuando analistas coinciden en señalar que difícilmente el gobierno pueda reducir el déficit fiscal en 2013 y ubicarlo en 1,4% del PBI (Producto Bruto Interno), tal como lo tiene proyectado y estiman que estará entre el 1,8% y 2% del producto.
Pocos días antes, en su habitual audición radial, el presidente José Mujica había advertido que “hace rato que se terminó el viento de cola para Uruguay”, es decir que las muy favorables condiciones externas que se habían dado durante varios años no son ahora las mismas, pero el punto es que pese a estas señales, el gobierno siguió aumentando el gasto incluso por encima de la recaudación y por lo tanto no puede extrañar que se haya expandido el déficit fiscal, más allá de que buena parte del problema se atribuya a la falta de agua en los embalses, lo que encareció la generación de UTE.
En este contexto, las previsiones de los analistas distan de las proyecciones del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) sobre una disminución del déficit fiscal para este año. Conocido el porcentaje de 2,8% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2012, déficit que no ocurría desde hacía diez años, los expertos consultados prevén una mejora de las cuentas públicas aunque observan como poco probable alcanzar el objetivo del gobierno.
La gerente senior de la consultora Deloitte, Florencia Carriquiry, dijo a El País que todo el deterioro del déficit se debió a una expansión del gasto público que tuvo una suba real de 10% y señaló que “eso es preocupante. Un 10% de aumento real en un solo año es un ritmo insostenible”, a la vez de acotar que si la economía uruguaya va a crecer entre 3% y 4% y se pretende que el déficit no tenga una tendencia persistente de aumento en relación al PBI, no deberían producirse aumentos del gasto superiores al porcentaje de crecimiento.
“Un 10% de incremento implica que solo en 2012 se terminó gastando el espacio que teníamos para aumentar el gasto público en los próximos dos o tres años”, aseguró, pero consideró que probablemente este año se observe una mejora en el resultado fiscal porque en 2012 “tuvimos un punto prácticamente del deterioro que se explicó por el mayor déficit de UTE por la falta de lluvias”. Y en la medida que para este año se aguarda un mejor clima “ese punto mejoraría automáticamente”.
Pero en mayor o menor medida, las zozobras que conllevan el mayor déficit fiscal y que a la vez haya cesado “el viento de cola”, no deben sorprendernos en la medida en que como todos sabemos, la economía tiene vaivenes y ciclos, aún en el caso de las naciones más poderosas, y mucho más en países pequeños y altamente vulnerables como Uruguay, que depende en gran medida de las exportaciones de productos primarios.
Y el sentido común indica que a un ciclo bueno le sigue uno malo o neutro, y que por lo tanto los períodos de bonanza deben aprovecharse para encarar los ajustes y eventuales reformas estructurales para quedar mejor perfilados para la época de las vacas flacas, incluyendo la creación de un colchón de recursos para atemperar los impactos del mal momento, acelerando por lo tanto los tiempos de recuperación.
Lamentablemente, tampoco es un secreto que este gobierno no se ha caracterizado por ser austero con el gasto, pese a que varios de sus voceros lo han proclamado en más de una oportunidad, y lo cierto es que no se han aprovechado años de bonanza económica y continuó aumentando el gasto, en vez de aplicar políticas de control para poder enfrentar posibles coletazos de la crisis internacional.
Todo indica que un agravamiento del déficit fiscal por un entorno externo más adverso generará una alta incertidumbre para el sector privado, ya que seguirán latentes las amenazas de aumentos de impuestos, como así también un aumento en la pérdida de competitividad y problemas inflacionarios. Precisamente la suba de precios fue una de las mayores preocupaciones del Poder Ejecutivo en los últimos años, lo que igualmente no ha evitado que se cerrara 2012 con una inflación real superior al 8 por ciento, pese a la deflación de diciembre lograda por medidas dirigidas a incidir directamente en el IPC, pero de carácter transitorio. Lo que se ha hecho en suma es postergar subas significativas de precios que sí se están dando, pese al dólar planchado y la consecuente pérdida de competitividad, lo que brinda un panorama complejo para el presente año. Corresponde entonces esperar que el equipo económico actúe con sentido común y resista las presiones voluntaristas orientadas a medidas simpáticas que buscan el aplauso de la tribuna pero que en poco tiempo generan más problemas que los que se pretende evitar.


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