Paysandú, Lunes 11 de Febrero de 2013
Opinion | 05 Feb En conferencia de prensa realizada hace pocas horas, la funcionaria del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), Tania Ramírez, pidió “redoblar esfuerzos para demostrar fehacientemente” que la golpiza de la que fue objeto a la salida del local Azabache en diciembre pasado “fue un hecho de racismo”.
“Fui insultada y golpeada por mi condición racial”, aseveró, refiriéndose a que el miércoles 30 de enero la Justicia procesó con prisión a tres de las cuatro agresoras que se entregaron, basada en que la joven “estuvo en peligro de perder la vida”, pero descartó un móvil racista, en tanto la cuarta agresora de Ramírez (madre de una de las procesadas) se encuentra prófuga y el juez libró un pedido de captura.
La funcionaria del Mides tiene 27 años y es activista de las agrupaciones de afrodescendientes. En la Casa de la Cultura Afrouruguaya sostuvo que “el racismo existe y persiste” en Uruguay. “Fue una forma de violencia de las más perversas injuriándome, calumniándome como persona trabajadora y como ser afrodescendiente”, además de responsabilizar a los medios de comunicación.
“Sigo creyendo en la Justicia”, sostuvo y negó haber usado su cargo en el Mides para presionar al Poder Judicial para obtener un fallo favorable.
En realidad, flaco favor le hacen a las causas que dicen defender quienes pretenden hacer de cada incidente o circunstancia un motivo para arrimar agua a su molino, cualesquiera sean las condiciones en que se den, y en este caso quien aparece como abanderada de los derechos de los afrodescendientes invalida su propia argumentación, tan pronto se analizan los acontecimientos con sentido común y sin prejuicios.
El incidente en que se vio envuelta y fue víctima, en realidad no tiene nada de origen racista, sino que las expresiones racistas, el uso del “negra motuda” de que fue objeto, como asimismo ella calificó antes de “changos” a las otras mujeres, es consecuencia de la pelea, cuyo origen fue el llamado a un taxi y exacerbado por el alto consumo de alcohol que suele acompañar las largas noches hasta el amanecer en esas reuniones bailables.
Así, el “gorda”, “flaca”, “petisa”, “negra”, “fiera”, “morite”, acompaña verbalmente la violencia que se ha incorporado a una sociedad cada vez más intolerante, sobre todo en el caso de los jóvenes que dirimen de esta forma cualquier diferencia o frustración, por mínima que sea. Este es el aspecto en que se debería hacer hincapié, en lugar del pretendido “racismo”, como bien surge del fallo judicial, aunque ello no quiere decir que no exista en nuestra sociedad la discriminación racial, como una de las varias formas en que se descalifica y se denigra a quien es diferente y se pretende encasillar como inferior, por la causa que sea.
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