Paysandú, Martes 12 de Febrero de 2013
Opinion | 08 Feb Es una buena noticia para los citricultores y para el país que por fin el Departamento de Agricultura de Estados Unidos esté culminando el largo proceso que han demandado las gestiones para el ingreso de nuestra producción al mercado norteamericano, el que se arrastra desde hace varios años, pese a las promesas de una ágil diligenciación de los planteos para el ingreso de la fruta.
En las últimas horas se supo que el citado departamento publicó en el Registro Federal la norma que permitirá el ingreso de los cítricos uruguayos a ese mercado, tras lo cual se abre un período de 60 días para la presentación de los cargos, el que vencerá el 4 de abril.
En caso de no oponerse reparos por quienes se pudieran considerar afectados, el mercado quedará abierto al producto y en caso contrario el Departamento de Agricultura deberá analizar los planteos que se formalicen para posteriormente decidir los pasos. En los hechos, la negociación sanitaria y política entre ambos países lleva ya más de veinte años de idas y venidas, de expectativas que se han frustrado una y otra vez para nuestros productores, los que han debido atravesar coyunturas difíciles, como la que precisamente se está transitando ahora, por problemas de rentabilidad.
No es porque sí que se ha recibido con alegría en el sector la inminencia de la apertura, tras los pasos formales que restan, porque hay consenso en que estamos ante un momento crucial para la citricultura nacional, que es fuertemente dependiente de los mercados de la Unión Europea, que están sufriendo la crisis económica en el Viejo Mundo, pero que ya ha venido en decadencia en demanda y precios ya desde antes de la crisis.
En el caso de Estados Unidos, todo indica que esta nación no incorporará cupos ni aranceles y recibirá la fruta uruguaya cuando se haya terminado la estadounidense, es decir en contraestación, lo que ofrece muy buenas oportunidades para el alicaído sector, que exporta más del 50 por ciento de los cítricos que produce, en una extensión de unas 16.000 hectáreas y que beneficia a 15.000 familias, además de requerir infraestructura. El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, destacó respecto a este anuncio que igualmente “el volumen de cualquier empresa citrícola del Uruguay es demasiado pequeño para el volumen que maneja el mercado de Estados Unidos. Cada privado hará su negocio, pero las naranjas uruguayas tendrán que tener un atributo de calidad certificado”, según declaró a El País.
Actualmente una delegación uruguaya conformada por autoridades y empresas se encuentra en Alemania y se trasladará posteriormente a Rusia, intentando sondear nuevos nichos de mercado en ambos países, pero igualmente debe tenerse presente que los problemas del cítrico no solo se centran en los precios y apertura de mercados, sino en la competitividad y la rentabilidad.
Es que para muchas empresas citrícolas la apertura del mercado de Estados Unidos ya llega demasiado tarde, y tenemos ejemplos precisamente aquí en Paysandú, desde que se ha liquidado el año pasado una empresa citrícola que decidió cerrar sus puertas porque la ecuación económica ya no le servía, y hay un panorama complicado en algunas otras empresas con escasa o nula rentabilidad, además de estar fuertemente endeudadas, a lo que se agrega en otros casos fuertes enfrentamientos con gremios de trabajadores del sector.
Uno de los factores notorios que inciden en la ecuación económica son los incrementos salariales, así como los costos de la energía, los impuestos y otros insumos, lo que unido a un dólar apenas por encima de los 19 pesos hace que los empresarios estén agobiados por una rentabilidad que sigue en picada, y que hasta ahora sus esfuerzos se hayan centrado en subsistir a la espera de buenas noticias como la de apertura del mercado norteamericano, pero a costa de venirse a menos en los establecimientos en cuanto a inversiones y hasta mantenimiento, llegado el caso.
Ello explica que la novedad no dé para un gran festejo, sino que tenga sabor agridulce, como la misma fruta, porque debió haberse llegado mucho antes para contener el deterioro de las economías de las empresas, que ahora intentarán recomponerse con los ojos en el mercado de Estados Unidos y otros nichos, pero a la vez con la Espada de Damocles del tipo de cambio deprimido y altos costos internos que hacen que se siga pensando más en poder sobrevivir que en reinvertir y potenciarse para una expansión que todavía está por verse, lamentablemente.
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