Paysandú, Domingo 17 de Febrero de 2013
Locales | 10 Feb Arturo Sandalio Astudillo, teniente coronel del Ejército Nacional ingresó en 1982 al arma, después que en 3º año de liceo, en su Salto natal, se brindó una charla del Liceo Militar. “Esa charla me motivó; fue por vocación que tomé la carrera militar”, dice hoy, 30 años después y a punto de ascender a coronel (el último grado que se obtiene por concurso) y de abandonar la comandancia del Batallón “General Leandro Gómez” de Infantería Mecanizado Nº 8.
El próximo 15 de febrero será relevado en su cargo y en su lugar asumirá el teniente coronel Miguel Bodeant. Astudillo no tiene familiares militares por lo que en su caso “la vocación se despertó de golpe. Estoy haciendo lo que me gusta, apoyando y contribuyendo en algo a mi país. He tenido muchas satisfacciones a lo largo de la carrera. He podido ocupar todos los puestos a los que aspiré desde que salí como alférez. Solo tengo que esperar que me depara el destino como coronel”.
Cuando obtuvo su grado de alférez, fue designado al Batallón Florida, en Montevideo. Tras cuatro años, como teniente segundo fue al batallón en Salto. Como teniente primero el destino fue el batallón sanducero, y cumplió en ese entonces su primera misión en el exterior. Estando aquí se fue a hacer el curso para capitán y con ese rango volvió a Paysandú. Luego cumplió funciones en el batallón de Mercedes. Fue entonces cuando surgió la oportunidad en su segunda misión en el exterior, opción que aceptó. A su regreso, quedó en Montevideo, donde hizo el curso para mayor. Cumplió entonces dos años como oficial del Estado Mayor. Su siguiente destino fue la División de Ejército III, con sede en Tacuarembó. Posteriormente, Salto, como segundo jefe, donde estuvo tres años. Y de allí a Paysandú, como teniente coronel y comandante del batallón, rango que en el Ejército Nacional se puede cumplir una sola vez. Desde Paysandú volverá a Montevideo, a un destino aún no revelado. Las misiones en el exterior son inolvidables porque “me marcaron y me enseñaron a valorar el buen trabajo que hacemos acá en nuestro país. Ver lo que ocurre en esos países ayuda a valorar más nuestro país y como es nuestro país”. Astudillo viajó en misión militar a Mozambique y a la región de Cachemira, donde desde 1949 India y Pakistán mantienen un conflicto territorial. Al país africano fue desde Paysandú cuando era teniente, con personal a su mando. En cambio, a Cachemira fue como observador militar. Cuando viajó a Mozambique, “éste venía saliendo del colonialismo con Portugal, un conflicto político entre el gobierno y un grupo rebelde. Esa fue una misión tranquila”, recuerda ahora.
Una buena experiencia
De Paysandú, Astudillo se lleva “una buena experiencia. Ha sido muy bueno trabajar aquí nuevamente; el contacto con la gente y con el resto de las autoridades ha sido excelente. Quedan amigos con quienes compartimos asados y sesiones de tiro. El sanducero es alguien a quien resulta muy sencillo llegar; son muy abiertos”.
El personal del Batallón “General Leandro Gómez” de Infantería Mecanizado Nº 8 “es como en todos lados; en general es bueno, aunque haya algunos efectivos en quienes hay que tener más cuidado. Pero es como todo. Si se le da confianza al principio, pueden ocurrir problemas. No ha sido el caso y responde adecuadamente”.
Un ejemplo de ello resulta del hecho de que “en las misiones estamos relevando cada nueve meses un promedio de 40 efectivos. No hemos tenido ningún inconveniente. Nunca nadie fue repatriado por problemas disciplinarios o porque no haya actuado adecuadamente. Los efectivos van de misión, luego regresan y vuelven. Y si cometieran alguna indisciplina, claramente no serían enviados nuevamente. Eso ha ocurrido en otras unidades pero no en Paysandú y eso habla bien de nuestros efectivos”. Astudillo vive ya sus últimos días en el batallón sanducero, pues en breve se radicará en Montevideo. Pero su familia permanecerá en Salto, debido a que con su esposa estiman que el Interior del país es un ámbito menos complejo para que sus hijos estudien y se capaciten. Él seguirá cumpliendo las misiones que se le asignen. Quizás llegue a general (rango que se otorga por definición política) o no. Pero sabe que ha llegado ya adonde su vocación lo llevó: a ser un buen soldado al servicio de su país. Desde las armas, pero contribuyendo a la paz y poniendo la unidad militar a favor de la comunidad en situaciones de emergencia. Está en la carrera que quiere estar, la militar. Y en carrera.
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