Paysandú, Lunes 18 de Febrero de 2013
Locales | 18 Feb Hoy se usan en la construcción, para el transporte de materiales, generalmente hasta 170 kilos. Pero, cuando no, todo parece indicar que su origen fue militar y sus detalles de fabricación se mantenían en absoluto secreto, en el sudoeste de China, en el siglo I A.C. Se trata de la carretilla, cuyo uso se extendió rápidamente a Europa y luego al Nuevo Mundo, hasta llegar a nuestros días, cuando hombres (y ahora también mujeres) de rostros curtidos por el Sol y el polvo llevan en ella materiales de aquí para allá.
No obstante, el panorama que se vio en la víspera en Lorenzo Geyres fue bien diferente, aunque había carretillas y también hombres y mujeres dispuestos a utilizarlas. Allí se vivió el Primer Encuentro Sanducero de Carretillas y el Tercer Rally Nacional de Carretillas, ante un divertido público de entre 150 y 200 personas.
Lejos de los frisos en sepulcros chinos, en que carretillas de madera aparecían en tareas cotidianas, en Lorenzo Geyres se llevó a cabo --por primera vez-- un festival similar al que se realiza en Villa de Cruces, un pueblo del interior de Galicia, España. Si Lorenzo Geyres decide continuar con este particular festival, podría producirse un hermanamiento entre ambos pueblos, unidos por la diversión a partir la carretilla de una rueda central (las hay también de dos y de uso industrial).
El rally se realizó en un predio rectangular abierto, donde los participantes debían superar varios obstáculos o pruebas. Se participaba en parejas, que podían ser de un solo sexo o mixtas, adultos o menores. Hubo carretillas estándar y otras especialmente adaptadas o decoradas.
Tras la partida, debían cruzar un trayecto de unos 30 metros sobre una tabla de 30 centímetros de ancho a la mayor velocidad posible, porque el tiempo era lo que iba a definir a los triunfadores. Luego, había que ascender y superar dos montículos de tierra. Más adelante, un espacio cubierto con madera. Cuando ya las fuerzas empezaban a escasear podían cambiar posiciones (uno conducía, el otro sobre la carretilla) para enfrentar una trampa de agua y otra de barro. Cansados, cubiertos de barro y agua pero felices, los concursantes llegaban a la meta, esperando tener el mejor tiempo, pero dispuestos a renunciar al cetro por la buena diversión y el compañerismo.
El público no podía despegarse de sus lugares y aplaudía con ganas, así como reía a carcajadas. La original competencia motivó, aun con períodos de lluvia, un festival de gran trascendencia para Lorenzo Geyres (aunque sus habitantes específicamente hablan de Queguay en el nombre de la competencia).
Se desconoce aún si los organizadores, que contaron con el apoyo del Consejo Económico y Social (CES), continuarán con este festival anual o si por el contrario seguirá con su carácter itinerante como hasta ahora. En Lorenzo Geyres el éxito fue mucho. En definitiva, todo el mundo se subió a la carretilla.
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