Deportes | 17 Feb Hizo 10 goles en dos partidos. Con cinco se despidió de la primera fase, y en el primer partido de los octavos de final de la Copa Nacional de Selecciones repitió la receta para doblegar a Rivera, y comenzar pegando primero en este ida y vuelta a matar o morir.
Fue un claro 5 a 2 a favor de un Paysandú que mereció un poco más, aunque está claro que la diferencia de tres goles es importante pensando en lo que será la revancha.
La selección de Paysandú fue una tromba, imbancable por donde se la mire. Como para dejar en claro que el técnico Ramón Silvera encontró definitivamente la fórmula para lastimar en el arco rival.
Como era de esperar, la Blanca tomó la iniciativa del partido luego de que Patritti entregara de mala forma, al comienzo mismo del cotejo, un balón que derivó en el primer y sorpresivo ataque del compromiso.
Rápidamente Paysandú se paró en el terreno como para ganar y mandar en todos los sectores. Con un Soria imparable, apareciendo por todos lados, defendiendo y volcándose al ataque, el equipo fue volcando en un terreno complicado, con lluvia torrencial, el libreto aprendido.
Timoteo Acosta, que está intratable, fue a todas. Y tuvo su premio cuando ligó con un rebote al tapar lo que sería el rechazo del golero rival, para correr luego detrás del balón que se iba derecho al arco, y al que terminó por hacer besar la red. La Blanca daba el primer golpe. Y tenía todo para seguir pegando. El equipo ganó en confianza y terminó por soltarse, con sociedades importantes dentro del terreno.
Daglio, Patritti, Parodi y Ríos comenzaron a quebrar la zona media del rival para que Timoteo Acosta lastimara por todos lados, ante un rival que no encontraba respuestas más allá de haberse acercado con un remate de Rocha.
La Blanca fue más en el primer tiempo, y bien pudo haberse retirado al complemento con algún gol más en su haber. Pero se guardó las balas para el complemento. Luego de una buena reacción del golero sanducero, Timoteo Acosta siguió haciendo estragos, al igual que en la primera parte. Esta vez Parodi fue el que definió en el área tras tomar el rebote luego de que el remate de Timoteo se desviara en el cuerpo del arquero.
Era el segundo, pero la sensación era que se podía ir por más, marcar una diferencia importante para llegar con tranquilidad a la revancha.
El veloz delantero sanducero, la gran figura del partido, volvió a hacer de las suyas y Patritti marcó el tercero, tras una buena jugada iniciada por Ríos en mitad de cancha.
Se fue por más. Porque se podía, porque las armas, aceitadas a más no poder, funcionaban a la perfección. Y la defensa rival no tenía ningún tipo de reacción.
Francolino, otro de gran partido, probó de lejos y el golero respondió, en complicidad con el travesaño. Patritti también se lo perdió, luego de que en el arco propio Acosta salvara a la Blanca, que increíblemente fue cediendo terreno a un rival que, más allá de todo, por momentos hizo girar la pelota en buena forma.
Durante varios minutos Rivera quiso ser protagonista. Y luego de que el travesaño salvara al local, llegó el descuento por intermedio de un penal.
Silvera comenzó a mover el banco, intentando darle aire fresco al equipo, y preservando a algunos jugadores.
Aguirre entró y complicó por la derecha al punto que, luego de malograr una gran posibilidad de gol, fue protagonista en la jugada que permitió a Lima, otro ingresado, aumentar cifras.
El partido volvía a la normalidad, pero cuando era de esperar que Paysandú se despachara con el sexto, en el último suspiro del partido llegó el descuento riverense. Fue un 5 a 2 claro, contundente. Una victoria que deja a Paysandú invicto en casa y con un pie adentro de los cuartos de final, gracias a un ataque vertiginoso, lleno de adrenalina, más allá de que se lamentan esos dos goles recibidos.
Paysandú está en carrera. Y como era de suponer, va despertando futbolísticamente a medida que transcurren los partidos, aunque el techo está lejos.