Paysandú, Martes 26 de Febrero de 2013
Opinion | 24 Feb Las dependencias municipales de Paysandú presentan actualmente, en su gran mayoría, serios o muy serios problemas locativos, lo que en la práctica se traduce en dificultades de todo tipo tanto para los funcionarios como para el público que debe realizar trámites en las oficinas comunales.
El Palacio Municipal, concretamente, es en la actualidad un atiborrado recuerdo del majestuoso edificio, amplio y cómodo, que enorgulleciera a la ciudad cuando fuera abierto al público en las primeras décadas del siglo anterior.
Pero, durante los años transcurridos han llegado nuevas dependencias, otras necesidades, los funcionarios se han multiplicado, el público es cada vez más numeroso y la suma de estos y otros factores hace que actualmente debamos soportar un “palacio” que no ayuda para nada al ciudadano común que debe realizar sus necesarios trámites, y menos todavía a los centenares de funcionarios que deben cumplir sus obligaciones laborales en locales tan superpoblados como carentes de las comodidades elementales para el trabajo cotidiano.
La solución --o el “parche” para ser más precisos--, ha sido en muchos casos establecer dependencias en locales inadecuados, pagando alquileres onerosos o superponiendo oficinas con las consiguientes dificultades.
Este panorama nos lleva a pensar, como seguramente lo han hecho las autoridades municipales, que es necesario resolver de una vez por todas, el problema que atenta contra la eficiencia de la principal empresa del departamento: la Intendencia departamental. Sólo se necesitan unos pocos elementos: voluntad, ingenio y dinero, bastante por cierto pero ello no quiere decir que sea imposible. En consecuencia, consideramos que lo que debemos hacer es establecer un plan de trabajo, concretar un proyecto que en lo posible sea realizable por etapas y luego iniciar las obras sobre la base de la disponibilidad de fondos que nunca estarán completos pero siempre será posible obtenerlos.
En pos de estos objetivos, es necesaria en primer término una clara manifestación pública de la determinación de nuestras autoridades de encarar una solución integral del problema. Es así que podría ser de tremenda importancia el llamar a concurso internacional para proyectar el nuevo edificio en base a las características que se definan por las necesidades actuales y futuras. Y aquí llegamos a un punto que es crucial.
No es fácil determinar que hacer y dónde hacerlo.
Examinemos algunas posibilidades.
En la acera sur de 18 de Julio, frente a la Plaza Constitución existen una serie de construcciones que pertenecen en su totalidad al Estado. Tenemos así los predios correspondientes a las dependencias municipales de Turismo y Promoción Social, la dependencia del Banco de Seguros del Estado y el ex París Londres, sede de la Justicia. No debería ser imposible llegar a un acuerdo para transformar todo el lugar, que llega hasta la calle Rincón, en un gigantesco (para nuestros parámetros) edificio que albergara tanto a la casi totalidad de las oficinas municipales, especialmente las que funcionan o deberían hacerlo, en el actual Palacio Municipal. También podría contener una nueva y funcional Jefatura de Policía para de esa manera liberar el histórico edificio actual que debería ser destinado al fomento de la cultura sanducera.
Otra posibilidad factible, que incluso se ha llegado a analizar en conversaciones informales de técnicos sobre el tema, sería que la Intendencia Departamental concretara un acuerdo con el Ministerio del Interior para disponer de la sede de la Primera Seccional Policial, adyacente al Palacio Municipal.
El disponer de dicha propiedad posibilitaría encarar la construcción de un nuevo, amplio y alto, edificio “al costado y dentro” del actual Palacio Municipal. Es decir que se ocuparía una parte importante del sector oeste de la actual sede comunal.
Incluso esa torre podría conectarse mediante un puente aéreo con otra construcción similar que se levantara en el predio con frente a calle Sarandí donde hoy existe un estacionamiento y la Biblioteca Municipal a la que, dicho sea de paso, muy bien le vendría un local nuevo.
Una tercera opción podría ser trasladar toda la administración a un terreno alejado del centro, espacioso y con buenos accesos, que se transformaría en un polo de desarrollo de la ciudad, al dar vida a una zona que quizás hoy esté algo olvidada.
En definitiva, son los técnicos quienes deben plantear las posibilidades y definir los proyectos pero lo que hoy debemos hacer es tomar una determinación que conduzca a lograr una solución lógica, creativa y con mucha proyección en el futuro.
Es así entonces que resulta de imperiosa necesidad para el Paysandú del futuro que hoy se adopten disposiciones en ese sentido y la primera debería ser que, tras definir posibles ubicaciones y establecer claramente las necesidad con una amplia visión de futuro, por lo menos cincuenta años, como sugeríamos se convoque a un concurso de diseños que permita contar con un proyecto emergente de una competencia en la que hayan participado los mejores técnicos de la región.
Con el diseño triunfante en nuestras manos, podremos planificar por etapas o como las condicionantes lo determinen la construcción del edificio que Paysandú necesita y merece.
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