Paysandú, Miércoles 27 de Febrero de 2013
Opinion | 26 Feb A partir del próximo mes los servicios de salud deberán registrar los intentos de autoeliminación como parte de las medidas dispuestas por el Plan Nacional de Prevención de Suicidios para Uruguay. Cada servicio de salud deberá enviar una planilla mensual al MSP con los datos de los intentos de suicidio. Actualmente solo hay cifras de suicidios pero no de intentos de autoeliminación.
El tema no es menor, ya que nuestro país tiene la nefasta estadística de ser el segundo con más suicidios de América Latina, con un total de 537 en 2011, según las últimas estadísticas.
Para el siglo XX, en Uruguay el comportamiento de las tasas anuales de suicidio se mantuvo casi constante en diez cada 100.000 habitantes, incrementándose en las últimas dos décadas. En 2007 aumentó a 12,54 por cada 100.000 habitantes y, puntualmente, en 2002, coincidiendo con la fuerte crisis económica que atravesó el país, el valor de la tasa de suicidio se elevó a 21,43 por 100.000 habitantes.
Actualmente, ocurren unos 16,6 cada 100.000 habitantes. No obstante, en algunos departamentos del Interior la tasa llega incluso a 35 o 42 cada 100.000 habitantes, como es el caso de Lavalleja y Treinta y Tres, respectivamente.
Según la Encuesta Nacional de Salud Adolescente realizada a mediados de 2012, el 12,3% de los adolescentes que participaron dijeron que pensaron “seriamente” en suicidarse y un 10% dijo que intentó hacerlo. Otro grupo de riesgo son los mayores de 65 años, franja en que esa es la causa de una de cada tres muertes.
Se trata de un tema que en general no se habla pero que ya va siendo hora de ponerlo sobre la mesa de los asuntos públicos nacionales. La cifra, aunque es alta, tampoco da cuenta de la magnitud que posiblemente tengan otras situaciones relacionadas a la más drástica decisión que pueda tomar una persona: quitarse la vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la relación intento de suicidio a suicidio consumado es de 20 a uno en algunos países y de diez a uno en otros. Estos datos darían un mínimo de 5.500 intentos de suicido por año en Uruguay. Y, cualquiera de nosotros puede darse cuenta que eso es demasiado en un país de apenas tres millones de habitantes.
Por eso, es fundamental que desde el sistema de salud se instrumenten acciones claras en relación a este tema y se le de seguimiento a los intentos de autoeliminación, además de fortalecerse las acciones preventivas. Ya es hora que el Estado, como responsable del bienestar de sus ciudadanos, asuma la obligación de crear los instrumentos para que aquellos que los necesitan puedan ser atendidos y auxiliados en su momento más desesperado.
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