Paysandú, Lunes 04 de Marzo de 2013
Opinion | 25 Feb En la administración del ex presidente Tabaré Vázquez “nadie movía un peso” en las empresas públicas sin la luz verde del entonces ministro Danilo Astori, recuerdan con nostalgia en el astorismo, reflexiona el diario El País, a partir de fuentes del sector que encabeza el ex titular de Economía y Finanzas.
Ocurre que pese a las apelaciones del actual titular del equipo económico, quien ha insistido en el gabinete sobre la necesidad de contener el gasto, en la última Rendición de Cuentas el secretario de Estado soportó presiones desde diversos sectores que pretendían más recursos y, lo que es poco común en un gobierno, generalmente contaron con el apoyo del presidente José Mujica.
De acuerdo a esta fuente, un caso específico es Ancap, donde el presidente del Directorio, Raúl Sendic, se maneja de forma “autónoma” y coordina directamente con Mujica y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, lo que explica que el gasto “trasciende las posibilidades de la empresa”.
Según su proyecto de Presupuesto para el ejercicio 2013, el déficit previsto por Ancap asciende a 361 millones de dólares, con fuertes inversiones en el renglón Energía, que incluye también gastos operativos por U$S 4.173 millones, lo que es justificado por Sendic en que se trata de una inversión con mirada en el mediano y largo plazo.
Claro, estamos ante una empresa pública, que tiene el monopolio en el área de los combustibles, que puede por lo tanto manejarse con un amplio margen de discrecionalidad en la fijación de precios de los combustibles, en tanto en otras empresas estatales además de los monopolios, se puede siempre apelar a Rentas Generales para enjugar los números en rojo, como es el caso emblemático de AFE, que durante décadas ha perdido decenas de millones de dólares, y el área cemento de la propia Ancap, que sigue siendo deficitario.
En todos los casos, es legítima la inquietud del ministro de Economía y Finanzas, aunque todavía resuene la ya famosa frase de que el año pasado había “espacio fiscal” para aumentar el gasto, que no era otra cosa que dar luz verde para que aumentara el déficit, que había resultado menor al previsto. No puede extrañar por lo tanto que un día sí y otro también haya sectores que promueven la suba o creación de nuevos impuestos para cumplir determinadas metas, eslóganes o compromisos ideológicos, de “sacar más a lo que más tienen” o de castigar a los “terratenientes”, sin evaluar el contexto internacional y regional comprometido y la necesidad de ofrecer reglas de juego claras y sostenidas para quienes vuelcan capital de riesgo a la economía. Es de esperar por lo tanto que el secretario de Estado pueda encaminar a los más díscolos y enmarcarlos en la necesaria austeridad que debe tener todo gobierno para manejar el dinero que con su trabajo, esfuerzo y espíritu emprendedor aportan los uruguayos.
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