Paysandú, Lunes 04 de Marzo de 2013
Opinion | 28 Feb “Vení a patear al gobierno y rompemos todo lo que quieras, pero no dejes a los gurises en pelotas. ¿Cuál es el valor social? ¿Eso es conducta gremial? ¡No me jodas!”, aseveró el presidente José Mujica en entrevista con la publicación Correo Socialista.
El mandatario aludía así a la serie de movilizaciones --que incluyen postergación del inicio de clases-- de gremios de la enseñanza, los que ya tenían la decisión de movilizarse al inicio del período de clases desde fines de 2012, una decisión que desató la reacción del mandatario al manifestar que “el trabajador que te dice con todo derecho, dejo a los gurises sin clases, olímpico. Antes de empezar este año ya nos estaban anunciando que iban a parar porque eso y lo otro no servía… ¡Pará un poquito! ¿Por qué castigás a los gurises?”
Las disquisiciones del presidente son plenamente compartibles, solo que extraña que recién ahora el jefe de Estado haya reflexionado que en nuestro país todo problema y/o reclamo gremial parece querer solucionarse con un paro, que es particularmente negativo en el caso de una enseñanza que ha ido perdiendo en calidad, que a la vez gana en deserción del estudiantado y en la baja calificación de los docentes, como regla general, así como la falta de compromiso con la función, salvo contadas excepciones.
Esta apelación sistemática a la detención de actividades, en el momento que sea, que siempre perjudica a los alumnos, es un viejo problema en Uruguay, porque además la idea de los sindicatos es que cuanto peor mejor, a la hora de sensibilizar a los respectivos gobiernos y autoridades de la enseñanza, aun a sabiendas de que la opinión pública se les echará encima, por más que apelen a que lo hacen anteponiendo el interés de los alumnos y de la propia enseñanza.
No puede extrañar, además, el verdadero fin que persiguen, porque esa es la esencia de un sindicato: unirse en defensa de sus intereses, que pasan por los salarios y el poder. Lo que es muy legítimo, solo que muchas veces el gremio se “bandea” y afecta siempre a los ciudadanos de a pie, a los que menos tienen. El punto es que como regla general los gremios actúan de esta forma, afectando a los más débiles, mientras proclaman que lo hacen por el interés general, y argumentan una y mil reivindicaciones conexas, que inmediatamente quedan de lado cuando se les satisface el reclamo central, que es el interés propio.
Ocurre que el partido de gobierno, la izquierda en general, durante muchos años acompañó y prohijó esta forma de actuar de los gremios --verdaderos grupos de acción de la izquierda uruguaya--, cuyas direcciones siempre ha dominado, para generar disconformidad y picanear a los gobiernos de los partidos tradicionales, encasillándolos como neoliberales y promotores de políticas en contra de los sectores populares.
Esto formó parte de la estrategia de la acumulación de poder, para ir desgastando a quienes ejercían el gobierno y llegar así a la instancia electoral con un creciente respaldo en base al poder sindical. Es decir que los problemas que enfrentan hoy Mujica y el gobierno no son una novedad en el país, pero sí cabe aplicar el dicho de que “cría cuervos y te sacarán los ojos”, porque ahora quienes sufren en carne propia las consecuencias de las acciones que en su momento alentaron son los propios integrantes de la fuerza de gobierno, cuyo presidente, con razón, argumentó que quienes son rehenes de esta situación son los estudiantes, niños y jóvenes, que una y otra vez son privados de asistir a clases porque los gremios docentes consideran que la primera medida para ejercer los reclamos es la paralización de actividades.
Las expresiones del mandatario han generado la reacción de los gremios, uno de cuyos dirigentes, el de ADES Montevideo Luis Martínez, catalogó a los dichos de Mujica como “antidemocráticos” y que “son planteos autoritarios que pretenden limitar las movilizaciones sindicales, está cuestionando el derecho al paro. Quien ataca a los gurises es el gobierno encabezado por Mujica, que niega presupuesto y mantiene los acomodos y la demagogia”.
Por supuesto, lo que Mujica dice cuestionar es la metodología sistemática y el afectar siempre a los más indefensos, que son los niños de las escuelas públicas, porque las familias un poco más pudientes hace rato que optaron por el sistema de enseñanza privado, a sabiendas que la escuela pública ya no sirve, al igual que los liceos del Estado que van por el mismo camino.
Pero en esta guerra de eslóganes, de cambios de postura según el lugar del mostrador en que cada uno se encuentre, de críticas y cuestionamientos, de descalificaciones, nos encontramos con que los ciudadanos asisten azorados y con cierto dejo de resignación, a cómo los profesionales del reclamo y el enojo, del puño alzado, siguen dominando la enseñanza, que el propio gobierno a su vez entregó a los gremios a través de la nefasta Ley de Educación, aunque nadie quiera asumir culpas ni responsabilidades por los errores.
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